“Los pueblos indígenas hemos podido ocultar nuestra identidad porque hemos sabido resistir”
Rigoberta Menchú (activista y política guatemalteca, Grupo étnico Maya Quiché; Premio Nobel de la Paz -1992-
Durante el mes de Julio se conmemoró los CLXXV Aniversario del Movimiento Indígena de la Península de Yucatán, conocido como La Guerra de Castas. Este enfrentamiento que sostuvo la población maya del sur y oriente de Yucatán frente a la población criolla y mestiza (los “Blancos”), iniciando en el año de 1847 prolongándose hasta 1901.
Esta lucha de 54 años, tuvo su origen debido a la difícil situación en la que vivía el pueblo maya, quienes sufrieron de vejaciones desde la conquista española. A pesar de la independencia, este pueblo indígena era severamente explotado por la población mestiza y criolla de esta zona del sureste mexicano.
El nombre de Guerra de Castas, se otorga debido a que los indígenas mayas, la casta o clase subyugada desde la colonia, era la parte inferior del estrato social (no obstante que ellos eran la población mayoritaria en la península); en contra parte, estaban los criollos blancos, descendientes de españoles, nacidos en México, que disfrutaban todos los privilegios que da el ostentar todo el poder político, económico y social de las tierras del sureste mexicano
Fue el 30 de julio de 1847, inició con el ataque del caudillo maya Cecilio Chi a la población de Tepich, proclamando muerte a toda la población blanca del poblado; este levantamiento logró reunir una aceptación de toda la población maya, que decididos dieron lucha durante toda la segunda mitad del siglo XIX.
Uno de los emblemas que surgieron en este movimiento armado, fue la Cruz Parlante. El Cruzo’ob (su nombre en maya) es el símbolo supremo de lo sagrado; se ha interpretado como intermediaria entre Dios y los hombres. Para los combatientes mayas fue el oráculo militar de la Guerra de Castas, en Chan Santa Cruz, durante el otoño de 1850.
La historia relata que en un cenote aparecieron tres cruces de madera, las cuales ‘empezaron a hablar’. A través de ellas, Dios les advirtió sobre el futuro de su pueblo, una guerra funesta que derramaría abundante sangre. Se considera que la guerra dejó un saldo de alrededor de 250 mil muertes, la mitad de la población de la península de Yucatán y su división en tres estados Yucatán, Campeche y Quintana Roo.
Es por ello, que cobra una especial relevancia conmemorar los 175 años del inicio de esta Guerra. No solo es una anécdota bélica para los habitantes de la península de Yucatán; es fundamentalmente una base de identidad en la que se reconoce el valor de un pueblo oprimido, la valentía de luchar por sus derechos.
Asimismo, se hace presente el valor de enfrentarse ante los despóticos por la defensa de su hábitat, ya que este pueblo originario conocía el valor de su selva, la importancia de sus cenotes, además de la necesidad de preservar su cultura y creencias; siempre en defensa de la honorabilidad del pueblo maya. En la península de Yucatán se sabe defender la tierra ante las imposiciones.
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