Combustibles fósiles

Energía fósil: su importancia global más allá del 2050 

Redacción: Daniela Paredes Rocha 

A pesar del avance de las energías renovables, la demanda energética global seguirá en crecimiento durante las próximas décadas.  

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El panorama energético mundial atraviesa una transformación profunda, marcada por una demanda que no dejará de crecer y un cambio hacia fuentes limpias, pero también más complejas. 

Según el informe actual de Global Energy Perspective 2025 del McKinsey Global Institute (MGI), la demanda mundial de energía crecerá aproximadamente un 10 % hacia 2050, impulsada por economías salientes de Asia y África. 

A pesar de los avances en electrificación, los combustibles fósiles seguirán representando una parte significativa del mix energético, con una participación estimada entre el 41 % y el 55 % del consumo total en 2050. La demanda de petróleo podría alcanzar hasta 109 millones de barriles diarios en 2030, antes de iniciar un lento descenso. Este escenario destaca la tensión entre la seguridad de suministro, la accesibilidad y los objetivos de descarbonización. 

Las energías renovables, como la solar y la eólica, continuarán su expansión, proyectando entre el 61 % y el 67 % de la generación eléctrica mundial para 2050. Este crecimiento, sin embargo, enfrenta desafíos de irregularidad, lo que resalta la necesidad de fuentes de energía firmes y limpias, como la nuclear y la geotérmica, para garantizar la estabilidad del sistema. 

Uno de los hallazgos clave del informe es el surgimiento de nuevos y potentes motores de demanda eléctrica. Los centros de datos, impulsados por el auge de la inteligencia artificial, podrían representar el 14 % del consumo eléctrico en Estados Unidos para 2030. A nivel global, se espera que la demanda de energía crezca a una tasa anual del 17 % hasta 2030. 

En América Latina, se espera un crecimiento anual compuesto (CAGR) de la demanda de energía principal del 0.3 % hasta 2050, un ritmo más moderado en comparación con otras regiones salientes. La electrificación en una zona avanza, con una participación más creciente en el consumo final de energía, aunque más lento que China. 

En el caso de Perú, las proyecciones globales sugieren que los combustibles fósiles seguirán teniendo un rol estratégico. Las fuentes actuales, como la hidroeléctrica y el gas, mantendrán su relevancia, y el país contará con una ventaja: una base energética más limpia que la de muchas otras naciones. 

La planificación energética a largo plazo debería contemplar la resiliencia de infraestructuras existentes, como redes de gas y sistemas de importación y exportación de petróleo, para garantizar su confiabilidad en el tiempo. 

El informe también menciona que la demanda de combustibles sostenibles en sectores como la aviación y el transporte marítimo crecerá, impulsada por reglas, especialmente en Asia-Pacífico y América Latina. Sin embargo, su aplicación masiva antes de 2040 parece poco probable sin directrices gubernamentales estrictas. 

Para economías como la peruana, el desafío estará en diseñar políticas públicas que equilibren estos objetivos: seguridad energética, sostenibilidad y accesibilidad, fomentando la inversión en un portafolio diverso de tecnologías energéticas limpias. 

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