Redacción: Fer Valdep
En el corazón de la provincia de Northern Cape, en Sudáfrica, el proyecto Khi Solar One es una muestra del enorme potencial solar de África: esta planta termosolar aporta 50 megavatios de potencia, suficiente para abastecer a más de 40.000 hogares las 24 horas del día. Además, opera con almacenamiento térmico, lo que le permite extender su producción más allá de las horas de sol. Este ejemplo sirve como carta de presentación de la capacidad del continente para desarrollar proyectos solares a gran escala.
En África, la falta de acceso fiable a la electricidad sigue siendo un grave obstáculo en muchas regiones. Cerca de 600 millones de personas en el continente carecen de suministro eléctrico, lo que limita servicios básicos como la salud y la educación, así como la actividad productiva. Aumentar la electrificación mediante energías renovables se presenta como una solución urgente para reducir estas brechas y, a la vez, combatir los efectos del cambio climático.
A pesar de contar con un recurso solar abundante (se estima que África posee una porción desproporcionada de los recursos solares óptimos del planeta), la adopción de esta energía ha sido baja hasta ahora. Los líderes africanos han propuesto objetivos ambiciosos, como aumentar la capacidad renovable continental en las próximas décadas. Las metas, que apuntan a cientos de gigavatios para 2030, son una clara señal del compromiso político para acelerar la transición energética.
Sin embargo, la expansión acelerada de los proyectos solares se enfrenta a la dependencia de equipos importados. El mercado africano ha visto un fuerte crecimiento en la importación de paneles desde Asia, lo que subraya la necesidad de políticas que promuevan la manufactura local, cadenas de suministro resilientes y una mayor inversión regional. Así, el desarrollo solar podría generar empleo y valor añadido dentro del continente. El gran desafío es convertir ese enorme potencial solar en proyectos replicables y en acceso a la energía para millones de personas.
