Redacción: Andrea Zamora
Una práctica ancestral de agricultura regenerativa respaldada hoy por la ciencia gana terreno como respuesta a suelos agotados, climas extremos y alimentos en riesgo.

La agricultura regenerativa ha comenzado a posicionarse como una de las alternativas más sólidas frente al deterioro ambiental y la crisis alimentaria global. Aunque el concepto suena nuevo, su esencia combina saberes indígenas y rurales con estudios científicos modernos sobre biodiversidad, salud del suelo y resiliencia climática.
Frente a prácticas convencionales que priorizaron monocultivos, agroquímicos intensivos y sobreexplotación del terreno, la agricultura regenerativa propone un camino distinto: sanar primero el suelo para que lo demás vuelva a funcionar.
¿Qué es exactamente la agricultura regenerativa?
Es un enfoque agrícola que no solo busca producir alimentos, sino restaurar los ecosistemas. Para ello combina diversas prácticas:
- Rotación y diversidad de cultivos, que reduce plagas y evita el desgaste del suelo.
- Compostaje y abonos orgánicos, que devuelven nutrientes sin dañar microorganismos.
- Labranza mínima, para conservar estructura, humedad y microorganismos esenciales.
- Sistemas agroforestales, que mezclan árboles y cultivos para crear microclimas y retener agua.
- Pastoreo planificado, que imita el movimiento natural de manadas para regenerar pastizales.
Lo que hace a este modelo único es que no se trata de “dejar de dañar”, sino de mejorar activamente la fertilidad y biodiversidad del suelo, incrementando su capacidad de almacenar carbono y resistir sequías o lluvias extremas.
Ciencia que confirma lo que la tradición sabía:
- Investigaciones recientes han demostrado que suelos manejados con principios regenerativos pueden:
- Albergar mayor biomasa microbiana.
- Incrementar hasta varias veces la materia orgánica.
- Capturar más carbono que sistemas convencionales.
- Producir alimentos con mayor densidad nutricional.
- Resistir mejor inundaciones y sequías.
Mientras la ciencia aporta instrumentos, mediciones y modelos, comunidades campesinas e indígenas han demostrado por generaciones que trabajar con la naturaleza y no contra ella sostiene la vida y la productividad a largo plazo.
Retos y oportunidades:
- Aunque su impacto es prometedor, su adopción enfrenta obstáculos:
- Requiere transiciones graduales y acompañamiento técnico.
- Puede implicar costos iniciales para productores pequeños.
- Aún falta mayor apoyo institucional y políticas públicas
.
Sin embargo, la tendencia internacional apunta a un crecimiento acelerado de esta práctica, impulsado por consumidores más conscientes, empresas que buscan cadenas sostenibles y agricultores que han comprobado sus beneficios en productividad, fertilidad y reducción de costos.
El debate ya no es si funciona, sino qué tan rápido puede expandirse y cómo lograr que llegue también a pequeños productores, no solo a proyectos de gran escala.
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