Redacción Marlone Serrano
- El campo sin agua: comunidades agrícolas en resistencia
Paradójicamente, muchas de las comunidades agrícolas tradicionales —campesinas e indígenas— que han trabajado la tierra por generaciones carecen de acceso a agua suficiente y limpia, ya sea para riego o consumo humano.
En regiones como el Valle del Yaqui, los pueblos originarios han sostenido una lucha histórica por el agua frente a megaproyectos agrícolas y trasvases como el Acueducto Independencia. En la Cuenca del Río Santiago, en Jalisco, los cuerpos de agua están tan contaminados por agroquímicos que se han vuelto tóxicos para las comunidades que los rodean.
Mientras tanto, grandes empresas agroindustriales acaparan pozos, modifican cauces naturales y extraen volúmenes que superan sus concesiones sin consecuencias legales.
En el Foro “Agua, Biodiversidad y Clima para México” (El ABC para México) a celebrarse los días 3 y 4 de junio en el Papalote Museo del Niño de la Ciudad de México, se analizarán y discutirán, entre muchos otros temas las fallas legales y los subsidios que perpetúan el problema.
El marco legal actual favorece a los grandes productores. Bajo la Ley de Aguas Nacionales, las concesiones de uso agrícola permiten extracciones masivas sin fiscalización efectiva. A esto se suma un sistema de subsidios federales que sigue premiando cultivos ineficientes en zonas áridas, en lugar de fomentar una agricultura de bajo impacto y resiliente al cambio climático.
Tan solo en 2023, la Secretaría de Agricultura destinó más de 8,000 millones de pesos en apoyos para sistemas de riego tecnificado, pero solo el 15% llegó a pequeños productores. El resto fue a parar a grandes agroindustrias que ya concentran el agua y las tierras más fértiles.
¿Es posible un agro sustentable con justicia hídrica?
Expertos coinciden en que el problema no es el campo en sí, sino el modelo de producción que ha sido impuesto en las últimas décadas: intensivo, dependiente del agua, centrado en la exportación y sin una planeación hídrica integral.
La solución pasa por un viraje hacia una agricultura sustentable:
- Fomentar cultivos de bajo consumo.
- Implementar tecnologías de riego eficientes.
- Recuperar sistemas agrícolas tradicionales como las chinampas o la milpa.
- Revisar y limitar concesiones abusivas.
- Garantizar el agua para consumo humano como prioridad constitucional.
También se requiere una nueva Ley General de Aguas que ponga en el centro a las comunidades, la soberanía alimentaria y el respeto a los ecosistemas.
Del campo al grifo, una sola lucha
La escasez de agua en México no es solo un problema urbano. Es una crisis estructural que nace en la forma en que cultivamos nuestros alimentos y en las reglas que rigen quién accede al agua y quién no.
Mientras no se reforme el modelo agrícola y no se reequilibren las prioridades, el grifo de millones de mexicanos seguirá seco, y el campo —el mismo que nos alimenta— terminará también por secarse.
El futuro del agua en México no se decide solo en los acuíferos ni en las presas. Se decide también en los surcos, en las decisiones de política pública y en el equilibrio entre producción y justicia.
Porque si el campo se queda sin agua, el país entero tendrá sed.
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