Redacción: Carolina Herrera
Impulsando una transición energética que busca equilibrar desarrollo y sostenibilidad, América Latina produce el 60% de su electricidad con fuentes de baja emisión.

Apuntando a un futuro más sostenible, la electrificación ha estado pavimentando su camino como una estrategia contra las afectaciones del cambio climático. Dando pie al uso global de las energías renovables y así su implementación genera un impacto tanto económico como ambiental.
Con esta visión, los países asistentes a la 28.ª edición de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP), que se dio lugar en Dubai en el año 2023, acordaron triplicar la capacidad de energía renovable para 2030. Por consiguiente, su proceso será evaluado en la COP30, que se celebrará del 10 al 21 de noviembre de este mismo año, teniendo como sede a Belém, Brasil.
A partir de ese acuerdo, cada uno de los países implicados ha tomado decisiones estratégicas para una transición energética beneficiosa para sus naciones. Aunque suele relacionarse en una primera instancia con los países avanzados, América Latina y el Caribe mantienen su presencia firme teniendo una de las redes eléctricas más limpias del mundo, según estudios realizados por Statista.
Produciendo en su mayor parte energía hidroeléctrica, pero también incluyendo energías como la eólica y la solar, esta región produce un aproximado del 60% de su electricidad de fuentes completamente verdes. Según cifras de BNamericas, dentro del territorio se encuentran desarrollando casi 1.800 proyectos de energía renovable, con una inversión próxima a 113 mil millones de dólares.
Sin embargo, a pesar de tener una meta para 2038 de llegar a unos 525,151 GWh (gigavatio-hora), en 2024 el 75% de electricidad de México seguía teniendo como pilar a los combustibles fósiles, implicando que sólo el 25% se generaba a partir de energías limpias, de acuerdo con el estudio Yearly Electricity Data de Ember. Por ello, progresar en la transición energética total es una prioridad para este país.
Demanda energética
Teniendo presente el aumento de la demanda energética, la integración de fuentes de baja emisión como sistemas electrificados producen una mayor productividad a corto y largo plazo; contando con una reducción significativa en los costos operativos y un impacto ambiental.
“Actualmente, las energías renovables son las más baratas en la mayoría de los mercados. Esto es algo nuevo; antes era más costoso tener electricidad verde, pero ya no. Ahora el precio es el mismo o incluso más bajo. Además, en los lugares donde se necesita más energía, las renovables son la forma más rápida de satisfacer la creciente demanda” según el Gerente de Marketing de Producto para el equipo de Energía Renovable de Panduit, Andrew Hammond.
Convirtiendo esta transición no solo en una alternativa más eficaz, sino en una estrategia que permite tener control de extremo a extremo, destaca Panduit. Esto debido a que las empresas pueden tener derecho prioritario de manejar la producción, almacenamiento y uso de la electricidad, al tener la posibilidad de que esta sea de su propiedad.
En este sentido, de acuerdo con la firma SAS, la adopción de energías limpias está siendo impulsada por los gobiernos mundiales teniendo como eje central la materia ambiental, esto a pesar de que la implementación de los criterios aún no es obligatoria a nivel gubernamental. Mientras que todos los países que firmaron el Acuerdo de París están comprometidos con alcanzar el objetivo net Zero.

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