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América Latina se posiciona como protagonista para la COP30 en Belém 

Los países de América Latina y el Caribe han acordado una postura común ambiciosa de cara a la COP30 en Belém, Brasil. Sus tres prioridades son claras: eliminar gradualmente los combustibles fósiles, acelerar la acción climática y priorizar la adaptación. 

Redacción: MaJo Gutiérrez 

América Latina, considerada una de las regiones más vulnerables a los efectos del cambio climático, ha consolidado una postura unificada de cara a la 30ª Conferencia de las Partes (COP30) de la ONU, que regresará a la región en 2025 para celebrarse en Belém, Brasil. En una cumbre preparatoria en México, representantes de 22 países acordaron tres prioridades clave para su documento conjunto: la eliminación gradual de los combustibles fósiles, la aceleración de la acción climática y la priorización de la adaptación. La ministra mexicana Alicia Bárcena, titular de la SEMARNAT, subrayó la importancia de este diálogo regional frente a las múltiples crisis globales. 

El punto más destacado del acuerdo regional es precisamente el llamado a la “eliminación gradual” de los combustibles fósiles. Esta es una declaración significativa, incluso considerando que la región incluye a importantes productores de hidrocarburos como México, Brasil y Argentina. El consenso subraya que la ciencia climática exige una transición acelerada hacia la descarbonización y una inversión masiva en el abundante potencial de energías renovables de la región (solar, eólica e hidrógeno verde). La expectativa es que esta unidad se mantenga en la COP30, impulsando temas como el Fondo Bosques Tropicales para Siempre (TFFF), una iniciativa de Brasil para recompensar a los países que detengan la deforestación y demostrar que los bosques tienen mayor valor vivos que talados. 

La agenda latinoamericana no se centrará solo en la mitigación; exigirá una reestructuración de la arquitectura financiera climática global, colocando la adaptación a los impactos inevitables del cambio climático (sequías, huracanes) al mismo nivel que la reducción de emisiones. La región presionará para que las naciones desarrolladas cumplan sus compromisos, incluyendo el fondo de pérdidas y daños (acordado en la COP28) para que sea accesible y capitalizado, y la demanda de que se dupliquen los fondos destinados a la adaptación. Adicionalmente, se impulsarán mecanismos de canje de deuda por naturaleza para aliviar la deuda externa a cambio de compromisos verificables de conservación. 

El hecho de que la COP30 se celebre en Belém, considerada la “COP de la selva” y la puerta de entrada a la Amazonía, es un acto estratégico que busca centrar el conocimiento indígena y la defensa de la biodiversidad como pilares fundamentales de la acción climática. La posición latinoamericana argumentó que es imposible alcanzar la meta de 1.5°C sin proteger los grandes biomas de la región, reconociendo a los pueblos originarios como los “guardianes del bosque”. Con este consenso, América Latina y el Caribe buscan trascender su rol de receptores de ayuda para convertirse en actores protagónicos que exigen soluciones basadas en la justicia climática. 

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