ANTONIETA RIVAS MERCADO Entre la modernidad y el abismo

Antonieta fue un personaje destacado dentro de la cultura mexicana del siglo XX. Nació en 1900 en la Ciudad de México que aún respiraba el aire porfiriano. Hija del renombrado Arq. Antonio Rivas Mercado autor de la Columna de la Independencia, creció en una casa donde el arte, la diciplina y el silencio eran ley.
Desde joven recibió una educación excepcional, hablaba cinco idiomas, estudio danza en Paris y se formo en un ambiente cosmopolita que contrastaba con la rigidez de su entorno social.
Durante los años veinte Antonieta se convirtió en una figura clave del renacimiento cultural mexicano.
Fundo el teatro Ulises, apoyo a la creación de la Orquesta Sinfónica de México y fue mecenas de artistas e intelectuales. Su casa se volvió un punto de encuentro para las vanguardias.
Se casó con un americano Donal Blair con quien tuvo su primer y único hijo, el matrimonio no funciono y se divorciaron a los pocos años, el divorcio fue largo y angustioso ya que tuvo que estar peleando por la custodia de su hijo que finalmente la gano.
Heredera de la fortuna de su padre, de la cual utilizo gran parte para proyectos artísticos.
Estaba convencida que podría lograr un mejoramiento y cambio en la vida cultural mexicana, así mismo destino grandes cantidades de su dinero para la campaña presidencial de José Vasconcelos.
Durante esta época conoce a Manuel Rodríguez Lozano del cual se enamora apasionadamente y apoya en sus proyectos artísticos, y aunque Rodríguez Lozano siempre la quiso y la respeto como una gran amiga nunca correspondió al amor de Antonieta por sus preferencias sexuales.
Las cartas de amor que Antonieta le escribió al pintor Manuel Rodríguez nos revelan la capacidad y el conocimiento que Antonieta tenía para escribir, varios de sus escritos se han publicado en diferentes medios.
La escritura y biografía se mezclan en esas cartas de amor que escribía para el pintor y escritor Manuel Rodríguez Lozano y en todas se reflejan su personalidad y sus sentimientos que son a la vez testimonios de su conocimiento intelectual y de una amplia cultura mexicana y europea que nos deja ver la búsqueda constante que perseguía Antonieta.
Sus cartas de amor han sido objeto de una cuidadosa revaloración literaria, así como su escritura ha sido rescatada.
Ochenta y siete cartas de amor que le escribió a Manuel Rodríguez Lozano, estuvieron guardadas por mucho tiempo
Y después de muchos años fueron publicadas
Antonieta manejaba muy bien el juego de palabras en estas cartas.
“Espera contra esperanza, titulo tomado de las palabras que ella misma repite en varias de sus cartas y que resume la relación que vivió con Rodríguez Lozano.
“He esperado y contra esperanza esperare”, en otra carta se despide “Lo espero con intensa espera”
“Lo quiero y contra esperanza espero”
Biógrafos comentan que se persigue la ambigüedad de la relación. Por parte de Antonieta un intenso deseo de estar con él y en cambio contrasta con el acercamiento solamente espiritual por parte de Rodríguez Lozano.
¿Pero quién fue el hombre que Antonieta le escribía notitas y grandes cartas de amor?
Antonieta lo conoce en 1927 él era un pintor ya reconocido, que inició su carrera como pintor en Paris.
De gran belleza física y altives, era una persona de gran refinamiento y demostraba su gusto por la perfección y la elegancia.
Antonieta desde su primer encuentro quedo encantada con su arrogancia y refinamiento.
Manuel Rodríguez Lozano la conoció en el año de 1928 y también quedo encantado con la personalidad de Antonieta.
Tuve el honor de conocer a Antonieta mujer extraordinaria desde todos los puntos de vista por su excepcional inteligencia, fuerza de carácter, su generosidad y distinción.
Se desarrollo entre nosotros una sincera amistad.
Ella poseía un profundo sentido estético, que venía gran parte desde sus estudios en la infancia.
Tenía la intención de poner el teatro mexicano a la altura de los países de Europa de donde acababa de llegar.
Por aquella época Antonieta llego a ser el centro del movimiento artístico en México.
Dos años más tarde conoce a José Vasconcelos, en ese tiempo 1921 el presidente de México era Álvaro Obregón, y decreto crear la secretaria de Educación Pública (S.E.P.) la cual fue aprobada unánimemente por la Cámara de Diputados y nombro a José Vasconcelos como el primer Secretario de Educación Pública.
Vasconcelos estaba convencido de que el desarrollo integral de un país en el aspecto educativo se podía lograr, con una muy buena educación escolar en todo el país, escuelas rurales y en la ciudad, cultura y Bellas Artes.
Vasconcelos siempre estuvo muy interesado en el aspecto educativo, anteriormente había sido Rector de la UNAM (1920)
Él fue el que puso el escudo de la Universidad, también creo el lema de “Por mi raza hablara el espíritu”.
También organizo su candidatura para ser presidente de la República quería instaurar un orden democrático en nuestro país, todo esto se lo transmitió a Antonieta a lo cual ella se entregó con devoción y vehemencia al trabajo y también afectivamente a su líder, de la misma manera en que entrego su amor, tiempo y dinero a Rodríguez Lozano.
Se pierde la candidatura y deciden salir del país, Vasconcelos se va para Paris y Antonieta decide irse a Nueva York, porque los doctores ya le habían dicho a Antonieta que debía de alejarse de todo el trabajo y estrés, ya que su salud no estaba en muy buenas condiciones.
La distancia empezó a desesperar a Antonieta ya que no veía respuesta a las muchas cartas que ella le enviaba, y decide ir a Paris para platicar con Vasconcelos, quedan de acuerdo en que podrían verse en el lugar en donde se estaba quedando Vasconcelos.
Ese día Antonieta le pregunta a Vasconcelos si el la necesitaba, y la respuesta de José V. fue, nadie necesita de nadie, solamente necesitamos de Dios. Esa respuesta acabo con todas las esperanzas que Antonieta guardaba para que ellos estuvieran juntos para siempre.
Esa misma tarde tomo la decisión de lo que haría con su vida, agarro la pistola de José V. que siempre guardaba entre sus libros y se la llevo en la bolsa de su abrigo.
Al otro día escribió varias cartas
He decidido acabar. Ya está en mi poder la pistola que saque de entre los libros de Vasconcelos y el lugar es en una banca que mira al altar del crucificado en la Catedral de Notre Dame. Me sentaré para tener la fuerza para disparar.
Otra para su amigo Arturo, antes del medio día me abre dado un tiro, te ruego que le escribas a Blair y a mi hermano para que recojan a mi hijo, está en Burdeos 27 rue Lechepellier con la familia Levigne.
Soy la única responsable de este acto con la cual finalizo una existencia errabunda.
Y el 11 de febrero de 1931, se dio un tiro en el corazón a los treinta años. Con esto puso fin a una corta vida, productiva y apasionada que dedicó a impulsar las artes y los valores democráticos en nuestro país.
No murió instantáneamente, después de que se escuchara un fuerte eco dentro de la iglesia acudieron para auxiliarla y vieron que tenía una medalla de la virgen de Guadalupe y posiblemente dedujeron que era mexicana así como las cartas que estaban en su bolsa, la llevaron a un hospital cercano, pero al llegar ya había fallecido, su amigo el cónsul mexicano en Paris arreglo lo necesario para el entierro que fue en un pequeño panteón con la idea que sus familiares fueran por sus restos para tráelos a su país, pero no fue así y al paso del tiempo los pusieron en una fosa común.
Antonieta no busco ser símbolo, pero se convirtió en uno. Entre el arte y la historia, entre el amor y la perdida, su legado continúa en la memoria y el recuerdo.
Profa. Mayra Núñez P.
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