Redacción: Hena M. Andrés Cuevas
Gracias a un experimento de incubación artificial, pequeñas tortugas comienzan su camino hacia la preservación de una de las especies más emblemáticas del océano Índico.

En Seychelles, un grupo de científicos logró un hecho sin precedentes: la primera incubación artificial exitosa de tortugas gigantes de Aldabra (Aldabrachelys gigantea), una de las especies más emblemáticas y antiguas del planeta. El experimento, dirigido por la investigadora seychelloise Alessia Lavigne en colaboración con la Universidad de Sheffield, marca un paso importante en los esfuerzos de conservación de esta especie, catalogada como “vulnerable” por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
La incubación se realizó en la isla Cousin, donde los investigadores recolectaron 18 huevos de tortuga gigante para someterlos a un proceso controlado de temperatura y humedad. De ellos, 13 lograron eclosionar con éxito, convirtiéndose en las primeras crías obtenidas mediante este método. Actualmente, las pequeñas tortugas están bajo observación, alimentándose de hojas verdes y rodajas de plátano mientras se desarrollan en condiciones seguras.
Los resultados demuestran que la baja tasa de nacimientos en la naturaleza no está necesariamente relacionada con la infertilidad, como se creía, sino con factores ambientales que dificultan el desarrollo embrionario. Según los investigadores, muchos de los huevos son fértiles, pero los embriones mueren en las primeras etapas, probablemente debido a la temperatura del suelo, los niveles de humedad o la exposición directa al sol. Aunque todavía no existen datos detallados sobre las condiciones exactas de incubación natural ni sobre cuánto varían las temperaturas en los nidos salvajes, el hallazgo sugiere que la intervención humana podría aumentar considerablemente las probabilidades de supervivencia.
Las tortugas gigantes de Aldabra pueden vivir más de un siglo y llegar a alcanzar pesos cercanos a los 250 kilogramos, aunque las cifras exactas varían entre estudios y no existe un consenso definitivo sobre su tamaño máximo. Lo que sí está claro es su enorme importancia ecológica: son ingenieras naturales del ecosistema, ya que ayudan a dispersar semillas y mantener el equilibrio de la vegetación en las islas del atolón de Aldabra, Patrimonio Mundial de la Unesco.
El éxito de este proyecto no solo ofrece esperanza a esta especie, sino que también podría servir como modelo para otras tortugas en peligro, como las de las Islas Galápagos. Aun así, los especialistas advierten que la incubación artificial debe verse como una medida de apoyo, no como una solución definitiva. El objetivo principal sigue siendo restaurar las condiciones naturales que permitan la reproducción sin intervención humana.
Hasta ahora no se han publicado todos los detalles técnicos del proceso, como los niveles exactos de temperatura o humedad utilizados durante la incubación, ni cuánto tiempo permanecieron los huevos en los dispositivos de control. Los científicos explican que esos datos están siendo analizados para futuras investigaciones y podrían ofrecer nuevas pistas sobre cómo replicar con éxito el entorno natural de los nidos.
Aun con esas incógnitas, el nacimiento de las 13 tortuguitas representa un avance notable. En un mundo donde muchas especies enfrentan la amenaza del cambio climático y la pérdida de hábitat, este logro demuestra que la ciencia y la conservación pueden trabajar de la mano para dar una segunda oportunidad a la vida. Las pequeñas crías de Aldabra, que hoy comienzan su camino bajo la mirada atenta de los investigadores, son un recordatorio de que incluso los esfuerzos más pequeños pueden tener un impacto enorme cuando se trata de proteger el futuro del planeta.

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