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Basura electrónica en diciembre: ¿A dónde va? 

Redacción:  Hena M. Andrés Cuevas  

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Diciembre es uno de los meses en los que más crece la generación de basura electrónica en México. Entre regalos, renovaciones de gadgets y la clásica limpieza de fin de año, miles de celulares, cargadores, televisores, computadoras y otros dispositivos terminan en desuso. Aunque muchas personas simplemente los tiran a la basura, la realidad es que estos desechos tecnológicos tienen un destino mucho más complejo y, en muchos casos, peligroso. 

México genera alrededor de 1.5 millones de toneladas de residuos electrónicos cada año, de acuerdo con el Global E-Waste Monitor 2024. Esto equivale a un promedio de casi 12 kilogramos por persona, lo que coloca al país entre los mayores generadores de este tipo de desechos en América Latina. Lo más preocupante es que solo alrededor del 4 por ciento de esa enorme cantidad se recicla de manera formal y adecuada. El resto sigue un camino incierto que, por lo general, termina en rellenos sanitarios, basureros clandestinos o tiraderos a cielo abierto, donde los dispositivos comienzan a degradarse y liberar sustancias peligrosas. 

Muchos aparatos contienen metales pesados como cadmio, mercurio, plomo y otros componentes altamente tóxicos. Cuando se depositan con la basura común, estos elementos pueden filtrarse al suelo, llegar al agua o dispersarse en el aire. El daño no es inmediato ni visible, pero sí profundo y de largo plazo. Al mismo tiempo, desechar dispositivos tecnológicos sin procesarlos adecuadamente implica perder materiales valiosos como cobre, aluminio e incluso pequeñas cantidades de oro y plata, que podrían recuperarse mediante un reciclaje correcto. 

Durante diciembre, este problema se intensifica por el aumento en el consumo. Las compras navideñas suelen reemplazar aparatos funcionales por modelos más nuevos, y los objetos viejos rara vez se entregan en centros de acopio. En ciudades como la Ciudad de México, por ejemplo, se estima que se generan más de 300 toneladas diarias de residuos electrónicos, una cifra que crece de forma notable en estas fechas. A pesar de ello, la infraestructura para recibir, clasificar y reciclar adecuadamente estos residuos sigue siendo insuficiente y, en muchos casos, poco conocida por la población. 

Especialistas señalan que existe un riesgo ambiental creciente si no se controla la manera en que se maneja la basura electrónica. No se trata solo del volumen, sino de la falta de regulación efectiva, centros de tratamiento limitados y campañas informativas que aún no alcanzan a toda la ciudadanía. La consecuencia es una acumulación de desechos tóxicos que podría derivar en problemas de salud pública, contaminación de zonas urbanas y afectaciones severas a los ecosistemas. 

Para enfrentar este problema, la recomendación principal es no tirar dispositivos tecnológicos con la basura común y buscar centros de acopio o campañas oficiales de recolección. También es importante fomentar una cultura de consumo responsable, prolongar la vida útil de los aparatos y promover el reciclaje electrónico como una práctica necesaria y habitual. Aunque el reto es grande, cada pequeño esfuerzo ayuda a reducir el impacto de uno de los desechos que más crecen en el país. 

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