Redacción: Inés Arroyo
Un estudio reciente sobre los bosques españoles revela cómo el cambio climático y el abandono rural están cambiando la distribución de las especies arbóreas. Mientras se esperaba una pérdida de bosque debido al calentamiento global, la vegetación en España está aumentando, aunque no de la forma que se pensaba.
El investigador Josep Padullés, del CREAF y la Universidad Autónoma de Barcelona, explica que el abandono de la actividad agrícola y forestal ha permitido que los bosques se recuperen. Sin embargo, esta recuperación está acompañada de cambios en la distribución de las especies debido a las nuevas condiciones climáticas.
El estudio, publicado en la revista *Journal of Ecology*, analizó 25 años de evolución de 445,000 árboles en la península ibérica. Los resultados muestran que las especies más tolerantes al calor y la sequedad, como el pino carrasco (*Pinus halepensis*) y el alcornoque (*Quercus suber*), están expandiéndose en áreas más cálidas y secas. En cambio, los árboles de bosques de ribera, como el aliso común (*Alnus glutinosa*), están perdiendo terreno debido al aumento de las temperaturas y la sequedad.
En las regiones más frías y húmedas, como los Pirineos, están creciendo especies como el haya (*Fagus sylvatica*) y el roble de hoja ancha (*Quercus petraea*), mientras que otras especies como el pino marítimo (*Pinus pinaster*) están disminuyendo. Este cambio es consecuencia de la subida de las temperaturas, que permite que árboles que antes no podían sobrevivir en esas áreas ahora puedan prosperar.
Las especies que mejor se adaptan al entorno, como aquellas con raíces profundas que pueden acceder a agua en suelos más secos, están ganando terreno en las zonas más áridas. En cambio, en las áreas más frías, las especies con hojas finas, como los robles y fresnos, se están extendiendo debido a su mayor capacidad para captar luz y nutrientes.
Aunque la densidad forestal está aumentando, estos cambios podrían afectar la biodiversidad. La transformación de los bosques puede reducir la capacidad de los ecosistemas para almacenar carbono y regular el agua, lo que afectaría tanto a las especies animales como a los hongos que dependen de estos bosques. Además, la expansión de especies más inflamables podría aumentar el riesgo de incendios forestales.
El estudio destaca la importancia de entender cómo el cambio climático y el abandono rural están modificando los ecosistemas, lo que permitirá gestionar mejor los bosques del futuro. Las zonas más áridas podrían perder biodiversidad asociada a ambientes húmedos, mientras que las especies más resistentes al calor y la sequedad dominarán. Este conocimiento es clave para tomar decisiones que garanticen la resiliencia de los bosques frente al cambio climático y sus efectos.
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