Durante la mesa Pensar el futuro, la primera de las conversaciones temáticas del Primer Coloquio Internacional: La humanidad amenazada, ¿Quién se hace cargo del futuro?, por la UNAM y el Instituto de Gobernanza Democrática, la filósofa italiana Donatella Di Cesare, catedrática en la Universidad La Sapienza de Roma, destacó vía remota que:
La bióloga molecular peruana Clarisa Ríos Rojas, investigadora asociada del Centro para el Estudio del Riesgo Existencial de la Universidad de Cambridge, Inglaterra, planteó que en el planeta existen riesgos catastróficos globales, como una erupción volcánica o el choque de un meteorito con la Tierra, los cuales son de poca probabilidad, pero de alto impacto y gran incertidumbre, y están definidos por la pérdida de más de 10 por ciento de la humanidad.
También hay los riesgos existenciales caracterizados por ser puntos de no retorno, en donde no se puede reconstruir la sociedad como era antes. Están originados por la actividad humana y entre ellos se incluye el cambio climático, pérdida de biodiversidad, inteligencia artificial y creación de virus en laboratorio.
Ríos Rojas, quien trabaja en la interfase entre la ciencia y el diseño de políticas e investiga los riesgos de las tecnologías emergentes para proporcionar evidencia científica y asesorar a tomadores de decisiones, comentó también a distancia que para afrontar estos riesgos catastróficos globales se necesitan relaciones públicas sobre cada tema y alianzas entre diferentes sectores (como gobierno, academia, industria y ciudadanía).
Además, considerar lo local y global, construir interfases entre la ciencia y las políticas públicas, incluir voces del sur global e innovar respecto a cómo comunicar sobre los riesgos existenciales.
A su vez, el filósofo español Daniel Innerarity, investigador en la Universidad del País Vasco y director del Instituto de Gobernanza Democrática, sostuvo: estamos en un mundo crítico, es decir, que genera crisis. “Resolvemos bien los problemas aislados, pero no cuando estamos en crisis”.
Cada ámbito de la sociedad tiene sus ideas, y se necesita convergencia y compatibilidad para llegar a acuerdos globales. “Las catástrofes son recordatorios que nos interpelan a abordar los problemas de otra manera y a resolverlos de una forma más anticipatoria, colaborativa y horizontal”, puntualizó.
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