Cambio climático Clima y Crisis

Cambio climático y salud femenina

Redacción: Naomi Vargas 

Olas de calor, contaminación y escasez de agua están afectando la salud de las mujeres en todo el mundo. El cambio climático no solo altera el planeta: también impacta ciclos menstruales, embarazos y el acceso al agua y servicios básicos. 

El cambio climático suele discutirse desde lo ambiental, pero sus efectos ya se manifiestan en el cuerpo humano, y particularmente en el de las mujeres. Factores como la biología, la desigualdad social y la carga histórica de cuidados hacen que ellas enfrenten riesgos más altos en contextos de crisis climática. 

Diversos estudios médicos han identificado que el aumento de temperaturas está relacionado con desregulaciones hormonales y ciclos menstruales irregulares. Las olas de calor intensifican la deshidratación y el estrés térmico, afectando de forma directa los niveles hormonales y generando síntomas como migrañas, fatiga crónica y cambios anímicos más severos. Estos efectos suelen pasar desapercibidos o no se asocian de inmediato al clima, pero cada vez hay más evidencia de esta relación. 

Durante el embarazo, el riesgo es aún mayor. Investigaciones internacionales muestran que la exposición prolongada a altas temperaturas incrementa la probabilidad de parto prematuro y bajo peso al nacer. Las mujeres que trabajan al aire libre o que no tienen acceso a ventilación o aire acondicionado son las más expuestas. Además, la contaminación del aire se relaciona con complicaciones como preeclampsia y problemas respiratorios en recién nacidos, haciendo del embarazo un proceso todavía más vulnerable ante el clima extremo. 

La escasez de agua es otro factor crítico. En muchas regiones del mundo, las mujeres son responsables de gestionar el agua para el hogar. Cuando hay sequías, deben recorrer mayores distancias, dedicar más tiempo y cargar con más estrés físico y emocional. La falta de agua limpia limita también la higiene menstrual, elevando la incidencia de infecciones y afectando la asistencia escolar de niñas en comunidades vulnerables. 

Los efectos del cambio climático también alcanzan la salud emocional. Luego de desastres naturales como huracanes o inundaciones, aumentan las cifras de violencia doméstica y abuso sexual en refugios temporales. La pérdida de vivienda, empleo e ingresos coloca a las mujeres en situaciones de mayor dependencia económica, lo que incrementa los riesgos de violencia de género. 

El cambio climático tiene género, aunque pocas veces se diga en voz alta. La solución no solo involucra infraestructura o nuevas tecnologías, sino también justicia social y equidad. Integrar a las mujeres en decisiones ambientales, garantizar acceso a agua, salud y educación, y diseñar políticas climáticas con enfoque de género son pasos indispensables. 

La salud del planeta y el bienestar de las mujeres están conectados. Proteger el clima también es proteger sus derechos, sus cuerpos y su futuro. 

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