Redacción: Daniela Martínez.
Las ballenas son enormes mamíferos que aportan 4.000 toneladas de nitrógeno cada año. Contribuyen al equilibrio ecológico a través de las heces y orina que desempeñan una función crucial para la salud de ecosistemas oceánicos. Además de beneficiar a otras especies y plantas, favorecen a los arrecifes de coral.
Estudios afirman que la orina de ballena proporciona miles de nutrientes que contribuyen a la vida marina, entre ellos el fósforo y principalmente nitrógeno. Este par de elementos garantizan la vida en el mar. Solo en un día, estos animales son capaces de producir más de 900 litros de orina.
Todo comienza en verano, época en la que se alimentan adquiriendo nutrientes en zonas polares, después migran y se reproducen en aguas cálidas donde pierden algunos de los nutrientes obtenidos. En invierno convierten en orina los productos de desechos con ayuda de la energía y grasa almacenada en sus músculos.
Joe Roman, biólogo conservacionista de la Universidad de Vermont en Estados Unidos, afirma que la orina de ballena aporta más nitrógeno que el viento y las corrientes en Hawái. Este desecho fomenta el crecimiento del fitoplancton, este conjunto de organismos que produce oxígeno para el mar y la Tierra.
Actualmente este mamífero enfrenta un problema que reduce sus cifras, Islandia, Noruega y Japón aún se dedican a cazarlas. Proteger a estos animales es posible evitando la contaminación de aguas, colisiones con embarcaciones y con la intervención ante el calentamiento global.