Redacción: Carolina Herrera

Alcanzando un récord de 34.7°C, las altas temperaturas presentadas en la Ciudad de México son un reflejo del cambio climático, que para muchos es una situación relativamente actual. Sin embargo, su existencia persevera en la historia de México. A lo que despierta una pregunta clave: ¿La capital se ha adaptado para enfrentarse a las severas condiciones climáticas?
Tal fenómeno ha provocado estados de alerta en diferentes ocasiones a lo largo de las décadas; en 1993 y 1998 se registraron temperaturas en distintas regiones del país de hasta 40 a 43°C, respectivamente. Recorriendo el camino hasta llegar al siglo XXI: el 2024 se consolidó como el primer año en el que la temperatura promedio global rebasó temporalmente el umbral crítico de 1.5 grados, a palabras de María Amparo Martínez Arrollo, investigadora del Grupo de Aerosoles Atmosféricos del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático.
Cuando el termómetro rompió récords
Ante esto, la CDMX enfrentó seis olas de calor, cada una de ellas dejando a su paso una huella en la historia. En particular, el 25 de mayo se registró la temperatura máxima que ha llegado a la capital, teniendo una cifra alarmante de 34.7°C.
Cabe mencionar que las olas de calor son más que temporadas calurosas. Estas se determinan a partir de lineamientos de duración e intensidad referentes a los patrones climáticos locales. “Este fenómeno es un periodo de al menos tres días consecutivos en los que las temperaturas máximas y mínimas diarias superan el umbral establecido para la localidad. Este umbral se determina utilizando los percentiles 90 a 95”, según la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
Estas afectaciones climáticas pueden parecer actuales por ser tan frecuentes, sin embargo, esa suposición está alejada de la realidad; las severas temperaturas, se deben a una combinación de factores naturales y antropogénicos, como la industrialización, actividad del ser humano. Según datos de la Comisión Europea, “el calentamiento global inducido por el hombre está aumentando actualmente a un ritmo de 0.25°C por década”.
Los fenómenos naturales también pueden influir en las temperaturas globales, como es el caso del “El Niño”. Sin embargo, los gases de efecto invernadero (GEI) son el motor principal del cambio climático. Muchos de ellos se crean naturalmente, pero, debido a la invasión del hombre, las concentraciones de dióxido de carbono, metano y óxido nitroso han aumentado considerablemente. Estas emisiones provienen de acciones humanas como: la tala de bosques, la quema de combustibles fósiles, la agricultura masiva y la industria energética.
Una ciudad que se sofoca
Según investigaciones por parte del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM, en los últimos 100 años, la temperatura de la CDMX ha incrementado 4°C; el cambio climático global siendo responsable del 1°C, mientras que la urbanización, como el fenómeno “isla de calor”, representan el 3°C.
Consistiendo en colonias que gracias a materiales como el concreto y el asfalto siendo predominantes en sus calles junto con la carente existencia de áreas verdes; reduciendo la ventilación, zonas de sombra y dificultando la evaporación de agua. De esta forma, en las islas de calor se retienen más las temperaturas a comparación de las zonas rurales o periféricas.
Las severas temperaturas representan un riesgo en diferentes ámbitos, una de las más preocupante es la salud humana. Según la Secretaría de Salud y CENAPRECE, en 2024 se reportó 331 muertos en México con relación a calores extremos, de las cuales el 92.4% fueron debido a golpes de calor. Los grupos vulnerables a un estado de salud delicado ante esta situación son los niños, ancianos y personas con enfermedades crónicas.
Además de generar quemaduras por la alta exposición a los rayos UV, también se puede provocar deshidratación severa, agotamiento y hasta puede intensificar enfermedades cardiovasculares y respiratorias.
Por otro lado, en el sector de servicios y economía: en el primero existe una gran probabilidad de apagones por el uso masivo de aires acondicionados y consigo la alta demanda de energía. Mientras que, para el segundo ámbito, es particularmente en el área de la agricultura ya que las temperaturas altas reducen la productividad de cultivos, amenazando la seguridad alimentaria.
También hay que considerar que, los ecosistemas naturales se encuentran de igual manera en una línea peligrosa al estar en riesgos de incendios, sequías y alteraciones de hábitats por falta de agua.
Protocolos y medidas de seguridad
Desde 2000, como parte de la Secretaría de Salud de México, el Centro Nacional de Programas Preventivos y Control de Enfermedades (CENAPRECE) estableció una estrategia dedicada a la prevención de las repercusiones que dejan los calores extremos.
El Programa de Prevención y Atención de los Efectos en la Salud por Temperaturas Extremas, mejor conocido como el Programa Temporada de Calor, se conforma por informes y reportes divulgativos para que los servicios de salud y la ciudadanía tenga información verídica y precisa para el mejor accionar ante riesgos por las extremas temperaturas.
El objetivo se logra a través de diferentes acciones concretas:
- Vigilancia de enfermedades diarreicas agudas y las causadas por el calor como los mareos, agotamiento físico y los golpes de calor.
- Inspección y registro de la morbilidad y la mortalidad por repercusiones de salud originadas por el calor.
- Creación de reportes y materiales para su difusión dentro de la población y así, generar conciencia y prevención ante las afectaciones.
- Integración de campañas promocionales sobre informes epidemiológicos relacionados con el calor extremo.
- Constante capacitación al personal de salud para la detección temprana, diagnóstico correcto y el tratamiento necesario de las enfermedades provocadas por las altas temperaturas.
- Mantener una colaboración con otras instituciones, como el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), que ayuda a difundir las alertas de olas de calor que lleguen a niveles altos.
Además de la constante divulgación de medidas preventivas, consejos, infografías y contenido relacionado en los sitios oficiales de distintas dependencias gubernamentales como la Secretaría de Salud, la Coordinación Nacional de Protección Civil (CNPC) y el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), siendo las principales.
Consolidando esta estrategia como parte de los esfuerzos y compromiso del gobierno mexicano para responder los efectos del cambio climático. Siempre con el propósito de anteponer la salud de la población.
La ciudad busca sombra
La posible reducción de hasta 12 grados puede ser posible por la proliferación de árboles en las grandes urbes, a nivel peatonal en áreas específicas. Es decir, a la altura a la que la comunidad camina por la ciudad.
El director del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático (ICACyCC) de la UNAM, Jorge Zavala Hidalgo, explicó cómo los árboles y las plantas ayudan a enfriar el aire. Mediante la extracción del calor ambiental que a través de sus hojas se libera en forma de vapor, proceso mejor conocido como evapotranspiración. Logrando una diferente temperatura del suelo y super eficientes, en contra parte del asfalto o el concreto expuesto al sol.
Frente a este panorama, distintas instituciones gubernamentales como la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) y la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR), entre otros organismos, han integrado estrategias sostenibles y programas de reforestación.
En el caso de la Ciudad de México, la Secretaría del Medio Ambiente (SEDEMA) ha ideado estrategias de reforestación urbana a través de los años, un ejemplo reciente es el programa Reto Verde. Esta medida busca la exención de áreas verdes en la ciudad con la siembra de especies vegetales adecuadas al entorno, con el fin de mitigar los efectos del cambio climático. Logrando más de 5.7 millones de árboles y plantas sembradas en 2019.
Otros programas destacados incluyen la iniciativa de saneamiento y sustitución de arbolado en riesgo, y el enfoque en el suelo de conservación a través del programa Altépetl.
¿Preparados para el futuro o sobreviviendo al presente?
A pesar de que la Ciudad de México ha tomado iniciativas para un futuro verde, como campañas de salud y programas de reforestación, la falta de datos concretos para medir el verdadero impacto de estos proyectos indican un camino largo por recorrer.
La situación drástica del cambio climático que acecha a todo el planeta exige una preparación 360°. Por lo que se deberá exigir más constancia y compromiso.

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