Cambio climático

Cempasúchil en peligro: la flor del Día de Muertos advierte sobre su existencia

Redacción: Daniela Paredes Rocha 

En los campos de Xochimilco, la flor de cempasúchil enfrenta uno de sus mayores desafíos. Las lluvias atípicas, las plagas y los efectos del cambio climático han reducido drásticamente la producción, poniendo en riesgo una tradición que da vida y color al Día de Muertos.

En Xochimilco, al sur de la Ciudad de México, la flor de cempasúchil, también conocida como caléndula mexicana, ha cautivado por generaciones. Son protagonistas indiscutibles del Día de los Muertos y una de las tradiciones más queridas del país.

Sin embargo, las lluvias intensas, provocadas por sequías y efectos del cambio climático, han afectado intensamente la producción. Solo este año, algunos agricultores perdieron hasta la mitad de sus cosechas.

Símbolo espiritual del Día de Muertos, el cempasúchil se considera un puente entre el mundo de los vivos y los muertos. Sus pétalos brillantes iluminan el camino de las almas hacia altares familiares, y su presencia en campos, mercados y ofrendas es parte fundamental de la temporada.

En Xochimilco, los productores siembran semillas en julio para tener flores listas a finales de octubre. Pero las lluvias fuera de temporada, los brotes de enfermedades y las plagas han complicado la temporada agrícola. Ortiz, uno de los productores locales, calcula que perdió cerca del 30 % de su cosecha, mientras otros reportan pérdidas de hasta el 50 %.

Muy cerca de los campos, científicos del banco de semillas Toxinachcal trabajan para proteger esta flor. En sus instalaciones se conservan miles de versiones de plantas nativas, incluyendo 20 tipos de cempasúchil, con la esperanza de que puedan resistir los efectos del cambio climático.

La bióloga Clara Soto explica que muchos agricultores usan semillas híbridas importadas, comercializables, pero menos resistentes. Las variedades nativas mexicanas, en cambio, tienen una diversidad que ayuda a adaptarse a diferentes climas y plagas.

Si las condiciones extremas persisten, el banco de semillas planea apoyar a los productores con diferentes versiones cultivadas desde hace siglos en México.

Además, el crecimiento urbano y el uso intensivo de pesticidas amenazan los ecosistemas donde esta flor ha florecido por generaciones. Lo que antes era un paisaje naranja brillante, hoy enfrenta incertidumbre.

A pesar de ello, hay esperanza. Diversas comunidades están apostando por prácticas agroecológicas, bancos de semillas nativas y proyectos de conservación que buscan proteger al cempasúchil como símbolo vivo de nuestra memoria.

Porque cuidar esta flor no solo preserva una tradición, sino que también defiende la biodiversidad, la autonomía alimentaria y el vínculo profundo entre cultura y naturaleza.

Hoy, el cempasúchil sigue floreciendo en altares, calles y campos, como un símbolo de memoria y resistencia. Pero su futuro depende de lo que hagamos a partir de ahora. Proteger esta flor es más que conservar una tradición: es cuidar la tierra que la nutre, las manos que la cultivan y las historias que nos conectan con quienes ya partieron. Si el clima cambia, que cambie también nuestra conciencia. Que cada pétalo siga guiando el camino, mientras aún hay camino para andar y recorrer.

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