Guardaparques y científicos de ambos países andinos han instalado grabadoras automáticas en los parques nacionales Vicente Pérez Rosales y Nahuel Huapi para estudiar la actividad y las poblaciones de la Rhinoderma darwinii, fortaleciendo la Estrategia Binacional de Conservación para proteger a este anfibio crucial para el ecosistema patagónico.
Redacción: Guicel Garrido

Guardaparques y científicos de Chile y Argentina lanzaron un programa pionero para monitorear a la ranita de Darwin. El proyecto, enfocado en el Parque Nacional Vicente Pérez Rosales y Nahuel Huapi, utiliza el característico canto del anfibio como herramienta esencial de investigación, buscando evaluar las poblaciones y estudiar cómo el cambio climático afecta a esta especie única, reforzando la cooperación binacional.
La metodología central es el monitoreo acústico pasivo, una técnica no invasiva que consiste en instalar dispositivos automáticos de grabación en el bosque. Estos equipos registran el sonido inconfundible del macho, descrito como una serie de silbidos cortos similares al piar de un pollito: “piii piii piii pi”. Este método permite obtener información poblacional sin perturbar al animal, siendo un avance científico crucial.
El becario doctoral Maximiliano Rocchi, quien aplica esta técnica en ambos países, destacó que los registros acústicos son esenciales para comprender el impacto del calentamiento global en la actividad reproductiva de la especie. Por su parte, el guardaparque Alexis Gajardo, líder del monitoreo, subrayó que esta herramienta es vital para una gestión más informada, adaptativa y eficiente de los objetos de conservación dentro del parque.
La ranita de Darwin, que mide apenas tres centímetros, habita exclusivamente los bosques templados del sur. El proyecto es un ejemplo de la colaboración transandina entre los Parques Nacionales y la ONG Ranita de Darwin. Esta alianza se formaliza a través de convenios como la Estrategia Binacional de Conservación y el Convenio de Parques Conjuntos Chile-Argentina, promoviendo acciones coordinadas para proteger el ecosistema nativo y reducir amenazas comunes.
Lo que hace a esta ranita única en el mundo es su extraordinario modo de reproducción: el macho incuba los huevos en su saco vocal, liberando a las crías como pequeñas ranitas ya formadas. El Dr. Andrés Valenzuela-Sánchez, presidente de la ONG, la calificó como un símbolo de la biodiversidad patagónica y un “paraguas” de conservación, pues protegerla implica salvaguardar todo su ecosistema asociado.
Su importancia ecológica es vasta: funciona como un bioindicador de la salud ambiental del bosque, regula poblaciones de insectos y es fuente de alimento. Además, su coloración le proporciona un camuflaje perfecto en el suelo forestal.
Este monitoreo acústico representa un avance significativo que fortalece la investigación y ofrece herramientas cruciales para enfrentar los desafíos del cambio climático, consolidando a este anfibio diminuto como un recordatorio de la fragilidad e importancia de los ecosistemas que debemos proteger.
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