Redacción: Inés Arroyo
China se ha convertido en un aliado clave para América Latina en la transición hacia energías limpias. Entre 2010 y 2024, invirtió cerca de 33,700 millones de dólares en proyectos solares, eólicos y otras fuentes renovables en la región.
Brasil es el país que más ha recibido estas inversiones. Empresas chinas como State Grid y China Three Gorges tienen un papel importante en la generación y transmisión de electricidad en ese país. En Brasil, la energía eólica y solar cubren ya una cuarta parte de la demanda eléctrica.
En Argentina, destaca la planta solar Cauchari, ubicada a más de 4,000 metros de altura, construida con tecnología y financiamiento chino. Otros países como Chile, Perú, Colombia, Nicaragua y Cuba también cuentan con proyectos impulsados por China.
Además del capital, China aporta tecnología avanzada en áreas como baterías, transmisión de energía y vehículos eléctricos, lo que ayuda a acelerar la descarbonización.
Sin embargo, América Latina enfrenta retos para atraer más inversión privada, debido a las altas tasas de interés y la falta de financiamiento a largo plazo.
Expertos señalan que China ve en América Latina un mercado con grandes recursos naturales y espacio para desarrollar proyectos a gran escala. En cambio, algunos países de la región aún manejan sus recursos energéticos de forma fragmentada y poco coordinada.
La cooperación con China no solo transforma el sistema energético regional, sino que también marca un cambio en la influencia geopolítica basada en el desarrollo sostenible.
¿Será este el momento para que América Latina consolide un futuro energético más limpio y fuerte?
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