Redacción: Raquel García
El Congreso del EdoMex aprobó donar árboles a ciudadanos por nacimientos o fallecimientos. La reforma fomenta la conciencia climática, ligando la vida humana con la reforestación.
El Congreso del Estado de México ha dado un paso significativo hacia una cultura de sostenibilidad más profunda y simbólica. La LXII Legislatura mexiquense aprobó recientemente una reforma innovadora al Código para la Biodiversidad del estado, la cual busca fomentar acciones tangibles contra el cambio climático mediante la participación ciudadana directa en los ciclos de reforestación.
La esencia de esta medida radica en otorgar a la ciudadanía el derecho de solicitar la donación gratuita de un árbol joven o un retoño en dos circunstancias específicas y emocionalmente potentes: el nacimiento de un hijo o el fallecimiento de un ser querido. Esta iniciativa, impulsada por el diputado Israel Espíndola López (del grupo parlamentario de Morena), instruye a la Protectora de Bosques del Estado de México y a las áreas medioambientales de los distintos ayuntamientos para gestionar estas entregas.
Para acceder a este beneficio ambiental, el proceso se ha diseñado de manera sencilla pero regulada. Los familiares interesados deberán presentar el acta de nacimiento o el certificado de defunción correspondiente ante la autoridad competente. Es importante destacar que existe una ventana de tiempo para realizar este trámite: la solicitud debe hacerse en un periodo no mayor a un año a partir de la fecha de registro del evento vital.
Asimismo, la reforma aclara que la distribución de los ejemplares no será indiscriminada, sino que se realizará bajo criterios de responsabilidad técnica y administrativa. La entrega estará sujeta a la disponibilidad de especies, la suficiencia presupuestal de las instituciones y, crucialmente, a las recomendaciones técnicas sobre qué tipo de árbol es adecuado para cada zona, garantizando así la supervivencia de la planta y el equilibrio del ecosistema.
Más allá de lo administrativo, el legislador Espíndola López subrayó la carga filosófica y social de la propuesta. En su argumentación, destacó que plantar un árbol trasciende el acto físico de la jardinería. Al sembrar por un recién nacido, se está inaugurando una historia viva que crecerá a la par del niño; al hacerlo en honor a un difunto, se establece un monumento vivo donde “permanece la memoria”.
Esta reforma se plantea como un acto de conciencia social que busca cambiar la relación de las personas con su entorno. Se trata de dejar de mirar a la tierra como una simple mercancía explotable y empezar a verla como una herencia compartida. Como bien señaló el diputado, “sembrar vida es cuidar lo que no hace ruido”, una enseñanza vital para sensibilizar a las nuevas generaciones sobre que la naturaleza es parte intrínseca de nuestra identidad y que las cosas que crecen despacio son, a menudo, las que sostienen el mundo.
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