Redacción: Ines Arroyo
El cambio climático está alterando la aviación comercial de manera alarmante, especialmente en lo que respecta a las turbulencias severas. Un informe reciente revela que estas turbulencias han aumentado un 55% en las últimas cuatro décadas, un fenómeno que pone en riesgo la seguridad de los vuelos y genera nuevos desafíos para las aerolíneas y los pasajeros.
El principal culpable de este aumento es la corriente en “chorro”, un flujo de aire a gran altitud, que se ha visto alterado por el calentamiento global. Las altas temperaturas han acelerado la velocidad y la inestabilidad de esta corriente, haciendo que los vuelos sean más propensos a turbulencias intensas. Los expertos advierten que, a medida que las temperaturas continúan subiendo, los episodios de turbulencia se volverán aún más frecuentes.
Un tipo particularmente peligroso de turbulencia es la “turbulencia de aire claro”, que ocurre sin advertencia y no se detecta en los radares meteorológicos. Investigaciones de la Universidad de Reading estiman que este tipo de turbulencia podría aumentar significativamente en rutas populares como el Atlántico Norte, afectando a miles de pasajeros en vuelos internacionales.
Además de los riesgos para la seguridad, estos cambios también afectan la eficiencia de los vuelos. Los vuelos que atraviesan corrientes inestables pueden experimentar “retrasos de hasta 15 minutos”, lo que incrementa los costos operativos y el consumo de combustible, además de aumentar las emisiones de CO2.
Recientes incidentes han mostrado las consecuencias de estas turbulencias. En noviembre de 2024, un vuelo de “American Airlines” tuvo que hacer un aterrizaje de emergencia después de una turbulencia extrema, lo que dejó varios pasajeros heridos. Estos eventos subrayan la necesidad de soluciones más efectivas para abordar este problema.
En respuesta, la industria aeronáutica está desarrollando tecnologías para detectar turbulencias con mayor precisión. NASA, por ejemplo, ha creado sensores que permiten a los pilotos anticipar estos eventos y ajustar las rutas de vuelo de manera más segura. A su vez, algunas aerolíneas están modificando las rutas aéreas para evitar las áreas con más turbulencias, aunque esto podría implicar vuelos más largos y mayor consumo de combustible.
Para los pasajeros, se recomienda mantener el cinturón de seguridad abrochado durante todo el vuelo, incluso cuando la señal se apague, y elegir asientos cerca de las alas, donde las turbulencias suelen ser menos intensas. También es importante seguir siempre las indicaciones de la tripulación.
El futuro de la aviación dependerá de cómo se adapten tanto las aerolíneas como los pasajeros a estos nuevos retos. Si bien las tecnologías emergentes pueden ayudar a mitigar los efectos de las turbulencias, la clave para mejorar la situación a largo plazo será abordar las causas del cambio climático y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Solo entonces se podrá asegurar una aviación más estable y segura.