Redacción Marlone Serrano
El cinturón de seguridad encendido, bandejas que vibran y vasos que se derraman se han vuelto una experiencia común para los pasajeros aéreos. Pero las turbulencias, más allá de incomodar a los viajeros, representan un riesgo creciente debido al impacto del cambio climático, según nuevos estudios científicos.
Un riesgo más allá de la incomodidad
De acuerdo con la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos, las turbulencias son la principal causa de accidentes menores en pleno vuelo. Aunque entre 2009 y 2024 se reportaron solo 207 lesiones en vuelos comerciales, algunos casos recientes han tenido mayor repercusión.
En 2024, un vuelo de Air Europa dejó 40 pasajeros heridos y en un trayecto de Singapore Airlines un viajero perdió la vida tras un episodio severo.
“Las aeronaves modernas soportan la turbulencia, por lo que el principal riesgo son las lesiones de los ocupantes, no la pérdida del avión”, explicó John Abraham, profesor de ingeniería mecánica de la Universidad de St. Thomas.
Además, estos eventos obligan a modificar rutas o altitudes, lo que incrementa el consumo de combustible.
El papel del cambio climático
Los expertos identifican tres tipos de turbulencias: convectivas, de onda de montaña y en aire claro (CAT, por sus siglas en inglés). Esta última, invisible para radares y pilotos, es la más peligrosa.
Mohamed Foudad, investigador de la Universidad de Reading, detalló que el calentamiento global intensifica las corrientes en chorro y la cizalladura del viento, factores que desencadenan la CAT.
Un análisis publicado en Journal of Geophysical Research: Atmospheres reveló que entre 1980 y 2021 las turbulencias aumentaron entre 60% y 155% en regiones como el Atlántico Norte, América del Norte, Asia Oriental y Medio Oriente.
Proyecciones preocupantes
La investigación de Isabel Smith, también de la Universidad de Reading, concluyó que por cada grado Celsius de calentamiento en superficie, la turbulencia en aire claro aumentará un 9% en invierno y hasta un 14% en verano. De esta forma, estaciones antes tranquilas ahora registran mayor incidencia de estos fenómenos.
“Con el cambio climático también aumentará la frecuencia e intensidad de las tormentas eléctricas, lo que eleva los riesgos asociados a turbulencias”, advirtió Robert Sharman, del Centro Nacional de Investigación Atmosférica.
Retos y soluciones en el aire
Para mitigar los riesgos, se desarrollan nuevas tecnologías como radares lídar que detectan variaciones en la densidad del aire, además de estrategias como extender el uso del cinturón de seguridad durante más tiempo en vuelos.
Sin embargo, los expertos coinciden en que la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero será clave. La aviación, responsable de un 3.5% del calentamiento global de origen humano, avanza con lentitud hacia el uso de combustibles sostenibles, según la Asociación Internacional de Transporte Aéreo.
Lo que parece seguro es que los cielos del futuro serán más agitados, y tanto la ciencia como la industria aeronáutica deberán adaptarse para enfrentar un fenómeno que ya no es excepción, sino tendencia.
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