Vida Natural Iniciativa pública y Medio ambiente

Cochamó: el valle de la patagonia que la comunidad logró proteger para el futuro

Redacción:  Javier Escárcega  

Un extenso valle de la Patagonia chilena ha sido protegido de forma permanente gracias a un esfuerzo comunitario que logró asegurar la conservación del Valle de Cochamó, un territorio de alto valor ecológico y cultural. Esta iniciativa demuestra que la colaboración entre comunidades locales, organizaciones civiles y donantes puede frenar amenazas extractivas y garantizar la preservación de ecosistemas clave para las futuras generaciones.

 

cochamo

El Valle de Cochamó, con una extensión de 133.000 hectáreas, fue adquirido por un monto cercano a los 63 millones de dólares tras una campaña liderada por la ONG Puelo Patagonia. La propiedad fue transferida oficialmente a la Fundación Conserva Puchegüín, asegurando que este territorio —equivalente a cientos de parques urbanos— permanezca libre de tala indiscriminada, represas hidroeléctricas y desarrollos inmobiliarios de gran escala. 

Este ecosistema alberga una riqueza natural excepcional: cascadas, ríos de aguas verde esmeralda, colibríes, cóndores y antiguos bosques de alerces que comenzaron a crecer alrededor del año 1000 a. C. De hecho, el valle conserva cerca del 11% de los bosques de alerce que aún existen en el planeta, una especie históricamente explotada por la resistencia de su madera y hoy considerada de alto valor ecológico. 

Escasamente habitado, el valle está rodeado por imponentes acantilados de granito de casi mil metros de altura, que desde finales de los años noventa han atraído a escaladores de todo el mundo. Sin embargo, esta popularidad también implicó riesgos, como proyectos hidroeléctricos y desarrollos turísticos de lujo que amenazaban con transformar radicalmente el paisaje y el modo de vida rural de la región. 

Ante estas amenazas, comunidades locales, ganaderos, operadores turísticos, ONG y exploradores se organizaron para detener iniciativas que incluían carreteras, torres de transmisión y represas sobre el río Manso. Según José Claro, presidente de Puelo Patagonia, el objetivo fue convertir los riesgos en oportunidades, demostrando que la conservación puede ser una alternativa viable y sostenible frente al desarrollo extractivo. 

El valor estratégico de Cochamó como corredor biológico fue otro de los argumentos centrales para su protección. Su ubicación permite conectar con más de 1,6 millones de hectáreas de áreas protegidas en Chile y Argentina, fortaleciendo la resiliencia de los ecosistemas patagónicos y facilitando estudios científicos sobre fauna, flora y adaptación de especies, como el pudú y el huemul, este último en peligro de extinción. 

El proyecto también apuesta por un modelo de conservación que integra a las comunidades. No existen carreteras internas, la energía se genera de forma autónoma mediante sistemas solares o eólicos, y las actividades tradicionales como la ganadería a pequeña escala y el transporte a caballo siguen vigentes. Además, se estableció un límite anual de visitantes y un sistema de reservas para garantizar un turismo controlado y de bajo impacto. 

Inspirado en los esfuerzos históricos de conservación de Kris y Doug Tompkins, el caso de Cochamó plantea un camino alternativo al modelo tradicional de parques nacionales. Bajo la legislación ambiental chilena reciente, la tierra puede permanecer en manos privadas con protección perpetua, destinando al menos el 80% del territorio a conservación estricta y el resto a usos múltiples sustentables, asegurando así la preservación ambiental, la continuidad cultural y oportunidades económicas para las futuras generaciones. 

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