Redacción: Naomi Vargas
El planeta atravesó el año más cálido jamás registrado desde que hay mediciones. Temperaturas oceánicas sin precedentes, olas de calor prolongadas y fenómenos meteorológicos extremos confirman que la crisis climática dejó de ser una amenaza futura: está ocurriendo ahora.
El calentamiento global alcanzó un nuevo punto crítico. El último año se registró como el más cálido de la historia moderna, superando todos los récords establecidos desde que existen bases de datos climáticas. Lo alarmante no es solo la cifra, sino la velocidad con la que el planeta se está calentando: décadas de emisiones provenientes de combustibles fósiles, deforestación y prácticas industriales han incrementado la concentración de gases de efecto invernadero a niveles nunca antes observados en la era humana.
Los océanos fueron una señal inequívoca. Al absorber más del 90% del exceso de calor atrapado en la atmósfera, las temperaturas marinas llegaron a niveles peligrosos para la vida marina. Esto provocó blanqueamiento masivo de corales, mortandad de especies y alteración de ecosistemas completos. Cada grado que sube el océano modifica patrones de lluvia, genera tormentas más violentas y aumenta el riesgo de huracanes devastadores.
En tierra, el impacto fue igual de severo. Ciudades que históricamente tenían climas templados registraron olas de calor de más de 40 °C durante varios días consecutivos. La combinación de sequías extremas y temperaturas récord provocó incendios incontrolables en regiones como América del Sur, Europa y Australia. Millones de personas tuvieron que desplazarse temporalmente debido a humo tóxico o falta de agua disponible para consumo.
La ciencia es clara sobre las causas: la quema de petróleo, carbón y gas sigue siendo el principal motor del calentamiento global. La deforestación —especialmente en zonas críticas como la Amazonia— intensifica el problema al reducir la capacidad del planeta para absorber CO₂. Aunque existen acuerdos internacionales para disminuir las emisiones, las acciones siguen siendo insuficientes frente a la magnitud de la crisis climática.
Los efectos sociales también son profundos. La inseguridad alimentaria aumenta cuando las sequías destruyen cosechas; los sistemas de salud colapsan por golpes de calor; las comunidades con menos recursos sufren de manera desproporcionada. El calentamiento global dejó de ser un tema ambiental para convertirse en uno humanitario.
Sin embargo, aún hay margen para actuar. Transitar hacia energías renovables como la solar y eólica, proteger los bosques, reducir el consumo de combustibles fósiles y fortalecer la adaptación climática en ciudades son pasos clave para desacelerar el calentamiento. Cada decisión importa: los próximos años definirán si este récord será una advertencia o simplemente el primero de muchos. El año más cálido registrado no es un dato más; es una señal urgente de que el planeta está cambiando más rápido de lo que imaginábamos.

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