Desde cielos urbanos iluminados hasta costas bañadas en neón, la luz artificial invade la noche y con ella, trastorna los ritmos de vida de plantas, animales y ecosistemas. Conozcamos cómo la contaminación lumínica amenaza la biodiversidad.
Redacción: Andrea Zamora
La Contaminación lumínica se refiere al exceso o mal uso de luz artificial durante la noche, ya sea desde farolas, anuncios, zonas costeras, puertos, carreteras o edificaciones. Esta luz altera el ciclo natural de día-noche al que la mayoría de los seres vivos están adaptados. Estudios estiman que más del 80 % de la población mundial vive bajo cielos que ya no conocen una noche verdaderamente oscura.
La luz artificial afecta a distintas especies y ecosistemas de múltiples maneras:
- Desorientación de animales nocturnos y migratorios: Muchas aves, insectos y murciélagos utilizan la luz natural (luna, estrellas) para orientarse. La luz artificial puede desviar sus rutas, provocar colisiones o agotar a los migrantes.
- Alteración de los ciclos biológicos: Plantas y animales regulan procesos (reproducción, alimentación, descanso) a partir de alternancias día-noche. Cuando se rompe ese patrón, el funcionamiento del ecosistema cambia.
- Afectación de insectos polinizadores: Insectos nocturnos que realizan polinización o sirven de alimento a otros animales pueden ver sus poblaciones reducidas, lo que afecta también a plantas y a la cadena trófica.
- Efectos en ecosistemas acuáticos: La luz artificial que se filtra en aguas costeras o interiores puede afectar peces, crustáceos y otros organismos que dependen de la oscuridad para sus ciclos vitales.
¿Dónde sucede y qué tan grave es?
Según registros, la expansión de luces artificiales en México aumentó la cobertura de zonas iluminadas del 19 % al 26 % entre 1993 y 2002, lo que incluye áreas naturales protegidas. En Chile, investigadores advierten que más del 23 % de las zonas costeras globales ya están influenciadas por iluminación artificial a lo largo del litoral, con penetración de luz hasta 20 km mar adentro.
¿Por qué este tema suele pasarse por alto?
Si bien la contaminación del aire o del agua tienen visibilidad inmediata, la luz artificial se ve “inofensiva” a primera vista. Sin embargo, como señala un estudio:
“La noche ha sido modificada de forma tan profunda que organismos que evolucionaron en oscuridad ya no tienen su nicho natural”.
La luz nocturna artificial ha transformado nuestros paisajes afectando profundamente la biodiversidad. Cuando la noche deja de existir como tal, plantas, animales y ecosistemas pierden sus ritmos vitales, lo que repercute de forma acumulativa. Cuidar la oscuridad es cuidar la vida.

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