Medio Ambiente

¿Cuánto contaminarán los Juegos Olímpicos de París?

¿Cuánto contaminarán los Juegos Olímpicos de París

FUENTE: EL SOL DE MÉXICO

El término “juegos verdes” se remonta a abril de 2021. En aquel momento, el Comité Organizador de los Juegos Olímpicos (COJO) incluso había aspirado a la neutralidad de carbono eliminando de la atmósfera más gases de efecto invernadero que los generados por los juegos. Sin embargo, la referencia al cero neto se eliminó discretamente en comunicaciones posteriores.

Lo anterior, por supuesto plantea la pregunta: ¿se puede cumplir la promesa de unos “juegos verdes”?

En teoría, los Juegos Olímpicos de París pretenden reducir a la mitad las emisiones de gases de efecto invernadero emitidas por los Juegos de Río 2016 o los de Londres 2012, estimadas en una media de 3.5 millones de toneladas de CO2.

Eso sí, con la salvedad de que ambos juegos fueron de los menos respetuosos con el medio ambiente de la historia. También han habido críticas a la metodología utilizada para calcular las emisiones, lo que llevó al Comité Olímpico Internacional a publicar un marco estandarizado de cálculo de la huella de carbono para los Juegos Olímpicos de 2018.

Teniendo esto en cuenta, el presupuesto máximo de carbono para París 2024 se ha fijado en 1.58 Mt CO2 eq. Se trata, sin duda, de un objetivo ambicioso, sobre todo si tenemos en cuenta que los Juegos de Tokio 2020, organizados durante una pandemia y sin espectadores, generaron casi 2 Mt CO₂ eq.

Las principales fuentes de emisión

Las mayores fuentes de emisiones durante los megaeventos son tradicionalmente el transporte de los participantes y la construcción de edificios e infraestructuras. La huella de carbono de los Juegos Olímpicos de 2024, estimada hasta la fecha, se divide en tres partes relativamente iguales:

Desplazamientos de participantes y espectadores (que deberían representar una cuarta parte de las emisiones, incluido un 9 por ciento para atletas y funcionarios).

Construcción (con aproximadamente un 25 por ciento para edificios permanentes, incluido un 8 por ciento para infraestructuras temporales y aproximadamente lo mismo para sistemas de energía temporales, como generadores).

Operaciones (restauración, alojamiento, logística, seguridad, etcétera), que representan la última cuarta parte).

Los Juegos Olímpicos de París pretenden reducir a la mitad las emisiones de gases de efecto invernadero emitidas por las dos olimpiadas anteriores, que fueron de las más contaminantes de la historia

Por supuesto, no sabremos la huella de carbono exacta de los Juegos Olímpicos de 2024 hasta que se celebre el evento. Las cantidades y tipos de materiales de construcción no están confirmados, y las cifras de participación, estimadas actualmente en alrededor de 13 millones de espectadores, siguen siendo hipotéticas.

Pero la mayor incógnita se refiere al transporte. Los viajes en avión, las posibles huelgas ferroviarias, así como el retraso en la puesta en marcha de cuatro nuevas líneas de metro que conectarán la región de París podrían hacer que dichas emisiones se disparen.

Eso sin mencionar la polémica construcción de un nuevo cruce de autopistas para los Juegos Olímpicos. Las investigaciones demuestran desde hace tiempo que la construcción de nuevas infraestructuras viarias genera un aumento duradero del tráfico.

El Comité Olímpico promete que la huella de carbono real se publicará en otoño, después de los Juegos. Se espera que el cálculo de la huella de carbono se comunique de forma transparente y reproducible, y que la cifra haya sido verificada por un tercero independiente, lo que corresponde a las buenas prácticas en materia de información medioambiental.

¿Unos juegos más ecológicos?

Sin embargo, los organizadores de los Juegos Olímpicos de 2024 han seguido varias vías para reducir las emisiones, la mayoría de las cuales presentan deficiencias.

La primera resolución ha sido limitar la construcción. De las infraestructuras de las 26 sedes de competición, el 95 por ciento ya existían o son temporales. Además, todos los edificios nuevos se han diseñado para emitir menos CO2 que los edificios promedio.

Un buen ejemplo de ecodiseño de los Juegos Olímpicos de París es el centro acuático, que cuenta con una estructura de madera, paneles fotovoltaicos en el techo y asientos fabricados con materiales locales reciclados. Esta última medida no afecta en absoluto a la huella de carbono del centro acuático, dada la masa relativamente pequeña de plástico y su huella de carbono por kilogramo en comparación con la masa y la huella de carbono de otros materiales, en particular el cemento y los metales. No obstante, la reducción de los residuos plásticos y el impacto positivo en la economía local deben ser aplaudidos.

La Villa Olímpica, situada en la periferia norte de París, que acogerá a 14 mil 500 atletas durante los Juegos Olímpicos y a nueve mil atletas durante los Juegos Paralímpicos, se ha comprometido a reducir en un 30 por ciento la huella de carbono de un proyecto de construcción convencional.

Sin embargo, el parámetro elegido (una tonelada de CO2 equivalente por metro cuadrado) parece muy elevado en comparación con los valores encontrados por estudios especializados, que estiman la huella de carbono de los edificios europeos en 2022 en 210 kilos de CO2 equivalente por metro cuadrado de media durante todo su ciclo de vida.

La huella de carbono prevista de los Juegos Olímpicos de 2024 será de 100 a 125 kilogramos de CO2 por persona, lo que equivale a viajar 500 kilómetros en coche o consumir 31 hamburguesas de ternera u 83 botellas de vino

También es preocupante la falta de precisión del comité olímpico sobre si el objetivo se refiere únicamente al impacto durante la construcción o a lo largo de su ciclo de vida (incluido el uso posterior de los edificios).

Los Juegos aspiran a funcionar con un 100 por ciento de energía renovable, incluida la fotovoltaica, los sistemas geotérmicos, los generadores alimentados con biocombustibles y la electricidad renovable certificada, una opción cuyo beneficio en términos de carbono es, sin embargo, criticado por la comunidad científica.

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