Ciencia ambiental

Cuidado al nadar: las 3 medusas del mediterráneo con las que no querrás encontrarte

Redacción: MaJo Gutiérrez 

La presencia de medusas en el mar Mediterráneo es una realidad cada vez más evidente, y su aumento constante se atribuye directamente al calentamiento global. Si bien no todas las medusas son inofensivas, ni todas las picaduras son mortales, es crucial conocer las especies con las que se debe tener especial precaución. La toxicidad de sus cnidoblastos, células urticantes ubicadas en los tentáculos, varía enormemente, liberando un líquido que puede ir desde una irritación leve hasta reacciones muy dolorosas. A continuación, destacamos las tres medusas más peligrosas que, aunque raras veces letales en estas aguas, merecen toda nuestra atención para garantizar una experiencia segura en la playa. 

Una de las más temidas, aunque poco común en el Mediterráneo, es la Physalia physalis, mejor conocida como carabela portuguesa. A pesar de su apariencia de medusa, es en realidad un sifonóforo, una colonia de organismos con una picadura extremadamente irritante. El Instituto Nacional de Salud de Italia (ISS) advierte que ante su presencia, es imperativo abandonar el agua, ya que el contacto puede causar dolor intenso, enrojecimiento y llagas cutáneas. Por otro lado, la Pelagia noctiluca, de característico color púrpura, es la más familiar y responsable de decenas de miles de picaduras dolorosas anualmente. Aunque sus efectos suelen limitarse a la piel, pueden persistir por semanas y, en casos raros, provocar reacciones alérgicas. 

La Carybdea marsupialis, apodada la avispa marina, es la única especie de cubomedusa hallada en el Mediterráneo. Aunque menos peligrosa que sus parientes tropicales, sus picaduras son extremadamente dolorosas y afectan a miles de personas cada verano. Además de estas, otras medusas como la Chrysaora hysoscella y la imponente Drymonema dalmatinum también pueden causar lesiones cutáneas muy molestas. Este incremento en la población de medusas no solo se debe al cambio climático, sino también a la pesca intensiva que elimina a sus depredadores naturales y a las especies que compiten por el mismo alimento. 

Ante una picadura de medusa, la calma es esencial. Lo primero es retirar cualquier resto de medusa con cuidado y enjuagar la zona con agua de mar, nunca con agua dulce, ya que esta última podría liberar más toxina. Posteriormente, se recomienda aplicar compresas frías o un gel astringente con cloruro de aluminio, y cubrir la zona afectada, evitando la exposición al sol. Es crucial no rascarse, frotarse ni aplicar remedios caseros como amoníaco, orina, alcohol o vinagre, ya que no son efectivos y podrían empeorar la irritación. Se puede moderar el impacto de un encuentro desafortunado con estas criaturas marinas. 

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