Redacción: MaJo Gutiérrez
Un reciente estudio de la Universidad de Nueva York en Abu Dabi ha revelado una fascinante posibilidad para la aparición de vida microscópica en las lunas congeladas y planetas del sistema solar, como Encélado o Marte. La investigación se centra en la radiólisis, un proceso en el que los rayos cósmicos impactan los océanos subterráneos de estos cuerpos celestes, generando un entorno energéticamente favorable. Esta radiación ionizante, que penetra los cuerpos fríos hasta sus profundidades, desencadena reacciones químicas únicas, distintas a las que se producirían con la luz solar, y fomenta un ambiente propicio para que las moléculas orgánicas prebióticas inicien su complejización, de manera similar a como se cree que ocurrió en la Tierra.
El proceso de radiólisis implica que partículas cargadas, como protones o electrones, descomponen moléculas y liberan energía. Por ejemplo, al someter una molécula de agua (H₂O) a radiación ionizante, se rompe su enlace químico, dando lugar a un nuevo compuesto como el radical hidroxilo (•OH). Los científicos de Abu Dabi proponen la existencia de una zona habitable radiológica, análoga a la zona habitable tradicional donde el agua líquida puede existir en la superficie. En esta zona, las partículas cargadas son capaces de transformar cuerpos de agua y crear las condiciones necesarias para sustentar vida microbiana.
Según las estimaciones del equipo, Marte y las lunas Europa y Encélado se encuentran dentro de esta zona habitable radiológica, lo que sugiere que la química primordial que incentiva la vida podría surgir en estos lugares. Encélado, una de las lunas de Saturno, es el que presenta el mayor potencial para albergar vida a través de la radiólisis. Estos tres cuerpos comparten características como atmósferas delgadas y campos magnéticos débiles o ausentes, lo que los hace más susceptibles al bombardeo de partículas cósmicas.
Esta investigación, publicada en la revista International Journal of Astrobiology, no solo amplía nuestra comprensión de la vida en ambientes extremos de la Tierra, sino que también ofrece valiosas directrices para futuras misiones de exploración espacial. El estudio concluye que cualquier rover o dron diseñado para detectar vida marina debería concentrarse en zonas subsuperficiales poco profundas, donde la radiólisis está modificando activamente el entorno, aumentando las posibilidades de encontrar indicios de vida.
¿Te gustó nuestra nota? ¡Contáctanos y deja tu comentario! AQUÍ
Conoce nuestra red ANCOP Network AQUÍ














