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De sequías a inundaciones: Cómo el cambio climático está volviendo locos los patrones de lluvia

De sequías a inundaciones: Cómo el cambio climático está volviendo locos los patrones de lluvia

El cambio climático está transformando la forma en que las precipitaciones se distribuyen a lo largo del año, afectando directamente a la agricultura, la economía y la vida cotidiana de millones de personas. Según un estudio reciente, la variabilidad en las precipitaciones ha aumentado en un 75% de las zonas terrestres desde el siglo XX, una tendencia que empeora a un ritmo del 1,2% por década.

La investigación, realizada por el Instituto de Física Atmosférica de la Academia China de Ciencias, la Universidad de esa misma academia y la Oficina Meteorológica del Reino Unido, y publicada en la revista Science, señala a las emisiones antropogénicas de gases de efecto invernadero como la principal causa de este fenómeno. Estos gases han provocado una atmósfera más cálida y húmeda, lo que resulta en episodios de lluvia más intensos y fluctuaciones más drásticas entre ellos.

El estudio aporta la primera evidencia observacional sistemática de cómo el cambio climático está alterando los patrones de precipitaciones a nivel mundial. Según el Dr. Zhou Tianjun, uno de los autores del estudio, en algunos lugares puede llover en pocos días lo que antes llovía en todo un año. Además, se observan largos periodos de sequía seguidos de fuertes aguaceros, o una rápida alternancia entre sequía e inundaciones.

La creciente irregularidad en las precipitaciones plantea riesgos significativos para la agricultura, la infraestructura y el desarrollo económico. La agricultura, en particular, se ve gravemente afectada, ya que la producción agrícola depende en gran medida de patrones de lluvia predecibles. Las sequías prolongadas y las lluvias intensas pueden destruir cultivos, reducir los rendimientos y aumentar los precios de los alimentos.

La vida cotidiana de millones de personas también se ve afectada por estos cambios. Las inundaciones pueden causar daños a viviendas e infraestructuras, mientras que las sequías pueden llevar a la escasez de agua potable. La capacidad de las comunidades para predecir y prepararse ante estos eventos extremos se ve obstaculizada por la creciente variabilidad en las precipitaciones.

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