Redacción: Raquel García
La COP30 hizo de la salud una prioridad climática. Presentó el Plan de Acción de Belém con $300M para enfrentar las emergencias sanitarias causadas por el calor extremo y los desastres.

La COP30 celebrada en Belém, Brasil, ha marcado un antes y un después en la agenda climática mundial al convertir la salud humana en eje central de negociación y acción global. Bajo el lema de “implementación tangible”, la conferencia adoptó por primera vez una perspectiva de emergencia sanitaria frente al cambio climático, presentando el innovador Plan de Acción en Salud de Belém, respaldado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Alianza para la Acción Transformadora en Clima y Salud (ATACH).
Este plan, lanzado formalmente el 13 de noviembre en el Día de la Salud de la COP30, responde a cifras alarmantes: más de 540,000 muertes anuales debido al calor extremo y el riesgo de que millones de personas queden sin atención médica por el colapso de infraestructuras hospitalarias ante eventos meteorológicos extremos. Su estructura se basa en tres líneas de acción complementarias: fortalecimiento de la vigilancia epidemiológica climática, desarrollo de políticas basadas en evidencia, e innovación en la producción farmacéutica y capacitación del personal médico frente a patologías emergentes. La justicia climática y la gobernanza participativa atraviesan todo el diseño del plan, priorizando apoyo a comunidades vulnerables y la integración de la sociedad civil en el diseño, aplicación y seguimiento de estrategias resilientes.
Para acelerar su ejecución, se creó un fondo filantrópico internacional de 300 millones de dólares, con aportaciones de fundaciones como Gates, Rockefeller y Wellcome Trust, destinado a la capacitación y la innovación en salud digital, así como a la fabricación de medicamentos adaptados a crisis climáticas. Junto a esto, Brasil aprovechó la presidencia para lanzar el programa RAIZ, centrado en restauración de suelos degradados y apoyo de prácticas rurales sostenibles, y se anunciaron alianzas urbanas para combatir olas de calor mediante infraestructura de enfriamiento en ciudades.
En el terreno económico, el debate se focalizó en la movilidad de recursos hacia la adaptación y la resiliencia social, con la presentación de la Hoja de Ruta “Baku-Belém”, que pretende movilizar 1.3 billones de dólares anuales hasta el 2035, evitando la sobrecarga financiera de las naciones más expuestas al riesgo climático.
Aunque persisten tensiones respecto al financiamiento y los créditos de carbono, la COP30 se distingue por haber transformado la retórica climática en medidas concretas, un paso que prioriza la biología humana y la robustez de los sistemas sanitarios en un mundo en rápida transformación.
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