Redacción: Ximena Zarahi Moreno Luna
La iniciativa propone un ejercicio simbólico y social para proyectar esperanza, responsabilidad y acción colectiva frente a los desafíos ambientales y sociales del presente.

En un contexto global marcado por múltiples crisis (ambiental, social, económica y cultural), Deseos Colectivos para el Nuevo Ciclo surge como una propuesta que invita a detenerse, reflexionar y proyectar el futuro desde una perspectiva compartida. Lejos de tratarse únicamente de una práctica simbólica asociada al inicio de un nuevo periodo, la iniciativa plantea un ejercicio de conciencia colectiva que reconoce la importancia de imaginar horizontes comunes para transformar la realidad.
El concepto de deseos colectivos parte de una premisa fundamental: los grandes cambios sociales no nacen de aspiraciones individuales aisladas, sino de visiones compartidas que se convierten en acción. En ese sentido, la iniciativa propone reunir voces diversas (personas, comunidades, juventudes, colectivos y organizaciones) para expresar anhelos vinculados al cuidado de la vida, la justicia social, la sostenibilidad ambiental y el bienestar común.
A diferencia de los discursos tradicionales centrados en metas económicas o indicadores de crecimiento, Deseos Colectivos para el Nuevo Ciclo pone en el centro valores como la solidaridad, la empatía y la corresponsabilidad. Los deseos que se comparten no se limitan a aspiraciones abstractas, sino que reflejan preocupaciones reales: acceso al agua, alimentación digna, territorios sanos, aire limpio, comunidades seguras y un planeta habitable para las generaciones futuras.
Uno de los ejes más relevantes de esta iniciativa es su dimensión participativa. Al invitar a distintas personas a expresar sus deseos, se genera un espacio de escucha y reconocimiento mutuo. Este ejercicio permite visibilizar coincidencias entre problemáticas aparentemente distantes y refuerza la idea de que los desafíos actuales están interconectados. La crisis climática, por ejemplo, no puede separarse de la desigualdad social, ni la degradación ambiental de los modelos de producción y consumo vigentes.
Deseos Colectivos para el Nuevo Ciclo también funciona como un acto de resistencia frente a la normalización de la crisis. En un entorno saturado de noticias negativas y escenarios de incertidumbre, el acto de formular deseos compartidos se convierte en una herramienta para recuperar la agencia social. Nombrar lo que se quiere transformar es el primer paso para hacerlo posible, y hacerlo de manera colectiva fortalece el sentido de comunidad.
Desde una perspectiva cultural, la iniciativa rescata el valor de los rituales simbólicos como mecanismos de cohesión social. Los ciclos (ya sean anuales, naturales o históricos) ofrecen la oportunidad de evaluar el camino recorrido y redefinir prioridades. En este caso, el nuevo ciclo se entiende como una invitación a replantear la relación entre las personas y su entorno, reconociendo los límites del planeta y la urgencia de actuar con responsabilidad.
El ejercicio de deseos colectivos también interpela a las instituciones y a los tomadores de decisiones. Al reunir aspiraciones ciudadanas, se construye una narrativa que puede incidir en la agenda pública, recordando que las políticas deben responder a las necesidades reales de la población y no únicamente a intereses económicos o de corto plazo. En este sentido, la iniciativa se posiciona como un puente entre la expresión social y la acción política.
Asimismo, Deseos Colectivos para el Nuevo Ciclo destaca la importancia de la memoria y la continuidad. No se trata de empezar desde cero, sino de aprender de experiencias pasadas, reconocer errores y fortalecer los aciertos. Los deseos expresados dialogan con luchas históricas por derechos humanos, justicia ambiental y dignidad, actualizándose frente a los retos contemporáneos.
En un mundo que enfrenta límites ecológicos cada vez más evidentes, imaginar futuros deseables es un acto profundamente político. Deseos Colectivos para el Nuevo Ciclo propone precisamente eso: transformar la esperanza en una práctica colectiva que inspire cambios concretos. Al compartir deseos, se construye una visión común que recuerda que el futuro no es un destino inevitable, sino una construcción colectiva que comienza en el presente.
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