Gustavo Lomelín C.
En medio de marchas, la adelantada sucesión presidencial y la cruenta disputa por el poder en México, la economía avanza lentamente con equilibrio fiscal y un peso fuerte que mantiene la estabilidad en los mercados.
Sin duda, la pandemia y la recesión económica mundial impactaron negativamente en la mayor parte del mundo y nuestro país no fue la excepción. A pesar de ello, la fortaleza del peso está ligada a la confianza de la inversión privada (nacional y extranjera) a las finanzas públicas sanas, la política monetaria del Banco de México (tasas de interés ligadas a la Fed), crecientes remesas, reactivación turística, buen ritmo de las exportaciones y, en consecuencia, elevadas reservas internacionales.
Como en todos los países y todas las administraciones, siempre hay claroscuros multifactoriales que explican la evolución política, económica y social de una nación.
Si bien hay 4 millones de nuevos pobres en México y una persistente crisis de seguridad que ha desbordado al crimen organizado en algunas regiones; hoy el país tiene la gran oportunidad de retomar una senda de crecimiento y bienestar pues el “nearshoring” nos da un potencial de 94 mil millones de dólares para los próximos años, en el contexto del T-MEC, según estimaciones de Morgan Stanley.
Así pues, México se encamina a un proceso de sucesión presidencial y disputa del poder que puede marcar su futuro para pasar de ser la 15ava economía a la novena economía del mundo o entrar en un proceso de estancamiento y regresión.
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