Redacción: Litzury Gamboa González
El Acuerdo de París, firmado hace una década por más de 190 países, es un tratado internacional clave en la lucha contra el cambio climático, cuyo objetivo principal es reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y ayudar a los países en desarrollo a adaptarse al cambio climático. El tratado, que entró en vigor en 2016, sigue siendo una piedra angular en la lucha global contra el calentamiento global.
Actualmente, 194 países han ratificado el acuerdo, sin embargo Estados Unidos ha anunciado su retiro de los compromisos del tratado en 2025, lo que ha generado un debate considerable a nivel internacional. No obstante, muchos otros siguen reafirmando su compromiso con el Acuerdo, e incluso algunos estados dentro de Estados Unidos han manifestado su intención de seguir implementando políticas ambientales.
La principal meta es reducir significativamente las emisiones de gases de efecto invernadero para limitar el aumento de la temperatura global en este siglo. Los países se comprometieron a mantener el aumento de la temperatura global por debajo de 2ºC, y preferentemente 1.5ºC, en comparación con los niveles preindustriales, con el fin de mitigar los impactos más catastróficos del cambio climático, como el aumento del nivel del mar, fenómenos meteorológicos extremos y la pérdida de biodiversidad.
Una de sus características es su implementación en ciclos de cinco años, lo que implica que cada lustro los países presenten sus Contribuciones Nacionales Determinadas (CDN). Estos planes detallan las medidas que cada nación adoptará para reducir sus emisiones y adaptarse a las condiciones. Cada ciclo busca metas climáticas más ambiciosas, a medida que la presión global por actuar ante la crisis ambiental crece.
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