Redacción: Carolina Herrera
El agua no solo es fuente de vida: es un sistema vivo que regula el clima, mantiene ecosistemas y ha sido símbolo de pureza y transformación de diversas culturas.

Fluyendo con vida y conexión, el agua es un sistema vivo que regula, comunica y simboliza la existencia de todos los seres vivos del planeta Tierra. Este recurso natural es fundamental para procesos vitales que ayudan a un equilibrio ecológico, el cual garantiza la vida de la fauna, la flora, los ecosistemas y de los seres humanos.
Desde la regulación del clima hasta la generación de energía hidroeléctrica, los recursos hídricos, es decir fuentes de agua que se presentan tanto en la superficie como en el subsuelo, cumplen un papel fundamental para todo proceso de vida. Por lo tanto, se depende de ellos para el desarrollo de muchas actividades cotidianas, económicas y la supervivencia de la biodiversidad.
Al tener la capacidad de almacenar grandes cantidades de calor, el agua simboliza un proceso natural que ayuda a regular las temperaturas de la tierra, tal cual como un sistema refrigeración completamente orgánico. Además, su interacción con la atmósfera a través de su ciclo hidrológico mantiene una distribución constante del agua, lo que ayuda que todos los ecosistemas y seres vivos reciban la cantidad necesaria para garantizar su existencia.
Este empieza con el proceso de evaporación en océanos, ríos, lagos, suelos y hasta la transpiración de las plantas que asciende y se condensa en la atmósfera en formas de nubes. Las cuales con el tiempo se saturan y regresan el agua a la superficie terrestre en forma de precipitaciones, como en lluvias, granizadas y nevadas.
De esta forma, gran parte del agua ayuda al crecimiento de los bosques, los cuales producen oxígeno y capturan carbono. Además nutren los acuíferos subterráneos, y fortalecen ríos y arroyos que tienen el destino de ser parte de lagos y océanos. Estos últimos, actúan como el mayor sumidero de carbono del planeta al absorber gran cantidad de un gas de efecto invernadero: el dióxido de carbono. Por lo que, también aportan en la regulación del clima.
Sin embargo, la importancia del agua no solo es materia de la biología o la ciencia, sino que también mantiene un gran símbolo espiritual de transformación. Al ser global, el agua no distingue religión, cultura, o raza, simplemente se encuentra conectado a la vida de todo ser vivo del mundo con la naturaleza.
Durante la historia de los ritos de culturas y religiones diferentes, se conceptualiza el agua como pura, sabia y esperanzadora. Manteniendo en claro como el elemento se une estrechamente en cada evolución del hombre, y como se encuentra el origen de la vida en ella.
Desde la ciencia hasta los mitos ancestrales, el agua ha sido reconocida como un sistema vivo que sostiene, transforma y conecta toda forma de vida en la Tierra. Comprenderla así es un llamado para su preservación y cuidado.

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