En los años 60 hubo un movimiento que se llamó Eat Art caracterizado por transformar la relación entre la comida y el arte, haciendo de este su medio de creación, y al mismo tiempo, el soporte de la obra.
Sin duda, el arte y más concretamente, la pintura siempre se ha llevado bien con la gastronomía.
La mesa es un escenario que enfrenta a dos o más personas en un instante donde el mínimo error puede marcar el destino de un encuentro, ya sea en una reunión de negocios o en una cena romántica.
El 27 de agosto, acudí a la invitación de la maestra Laura Skarbnik para visitar su exposición de obra pintada en porcelana. Presentada en un restaurante francés en Cuernavaca, un lugar cálido.
Laura con más de veinte años de experiencia como pintora en porcelana, compartió generosamente su conocimiento, pero también el gusto por una buena mesa rodeada de belleza conversación y memoria.
Laura ha consagrado su obra a la exploración profunda del rostro humano y a la figura, capturando con maestría la esencia de lo vivido en cada trazo.
Cada pieza expuesta no solo mostraba técnica sino también una sensibilidad que convertía cada cuadro en una poesía y en historias que merecen ser contadas.
La conversación derivo hacia el arte de vivir bien, donde se elige con cuidado lo que se sirve, como se sirve y con quien se comparte. Donde cada gesto- el servir, el brindar, el mirar- se puede transformar en un acto creativo.
Su realismo no es solo técnico sino también emocional: cada mirada que pinta parece contener una historia.
A lo largo de su trayectoria, ha llevado su arte a diversas partes de la República Mexicana y más allá de las fronteras, compartiendo su visión en galerías internacionales que han reconocido la fuerza intima de su trabajo.
Como pintora y como maestra, Laura está sembrando una huella indeleble. Su certificación por la Federación de Pintores de Estados Unidos no solo avala su excelencia técnica, sino también su compromiso con la enseñanza y la transmisión del arte como lenguaje universal.
Y esa mañana ente la obra de porcelana de Laura, y el aroma del café parecían dialogar con esa misma idea:
Donde comer puede ser un acto estético, donde la mesa puede ser una galería y donde el arte también se saborea.
Profa. Mayra Núñez P.
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You Tube Mayra Nuñez P.
Galeria Mayra
