Cambio climático

El calor cambia el mapa del turismo en España: ¿Vacaciones al norte o adaptarse?

El sector turístico español, acostumbrado a los récords y al éxito de su oferta de sol y playa, empieza a sentir los efectos de un cambio de tendencia marcado por el clima. La reciente campaña de la Xunta de Galicia, que se presentó en Fitur como un “refugio climático” con su lema “Galicia azul y verde”, ha puesto de manifiesto una realidad que ya no se puede ignorar: las decisiones de vacaciones y ocio de las personas están siendo cada vez más influenciadas por las olas de calor, las sequías y los fenómenos meteorológicos extremos.

Aunque España sigue batiendo récords de visitantes, con 93,8 millones de turistas y 126.000 millones de euros gastados el año pasado, estas cifras esconden un cambio de comportamiento que no tiene que ver con el atractivo de los destinos, sino con el clima. La población, acostumbrada a seguir la información meteorológica como un “parte de guerra” con alertas amarillas, naranjas y rojas, traslada estas preocupaciones a sus planes de ocio. Por ejemplo, la patronal hotelera de Valencia, Hosbec, atribuyó una caída del 10% en las reservas del primer trimestre de 2025 a la DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) del otoño pasado y al largo episodio de lluvias a principios de año.

Un reciente estudio de la escuela de negocios EAE Business School revela que ocho de cada diez turistas ya consideran los efectos del cambio climático al planificar sus vacaciones. Esta cifra coincide con un informe de Marriot, que indica que el 75% de los alemanes tienen muy presentes las olas de calor al hacer sus reservas. José Manuel Lastra, vicepresidente de la Confederación Española de Agencias de Viajes (CEAV), reconoce que el tema “nos ocupa y nos preocupa”, y que el sector ya se está preparando para lo que viene.

En los últimos años, las agencias de viajes han detectado un patrón revelador: cuando llega una ola de calor, la demanda de destinos más frescos se dispara. La cornisa Cantábrica en España, así como Escocia, Irlanda y Escandinavia en Europa, ven un aumento de interés en detrimento de lugares más cálidos. La plataforma eDreams, por ejemplo, registró durante la ola de calor del verano de 2023 un aumento del 75% en búsquedas de vuelos a Reino Unido, 45% a Suecia y 97% a Dinamarca. Un estudio de la Comisión Europea en 2023 confirmó este “patrón claro de sur a norte” en los cambios de la demanda turística, con las regiones del norte beneficiándose y las del sur enfrentándose a reducciones significativas, un efecto que sería más agudo con mayores aumentos de temperatura. Proyecciones como las del BBVA y la agencia Moody’s también advierten sobre una posible reducción del atractivo del sur de Europa a largo plazo.

Ante este escenario, la “adaptación” se ha convertido en el mantra para la industria turística. Los hoteles se están diseñando con más zonas de sombra, aislamiento térmico y “refugios climáticos” para ofrecer el confort que el clima amenaza con quitar. Jorge Olcina, geógrafo especializado en el impacto del clima en el turismo, subraya la necesidad de que el sector público también se implique activamente en adaptar las ciudades al cambio climático, lamentando la “escasísima” red de refugios climáticos en España (solo 2.100, con 500 en Barcelona). Olcina pone como ejemplo positivo a Benidorm, que ha llenado sus calles de árboles y fuentes y se promociona como una ciudad adaptada.

La crisis medioambiental representa un reto para el turismo en España, pero si se aborda correctamente, puede transformarse en una gran oportunidad. La visión de la Xunta de Galicia de un “refugio climático” no estaba para nada desencaminada.

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