Redacción Marlone Serrano
El cambio climático está desencadenando una serie de transformaciones ecológicas profundas, y una de las más alarmantes es la migración forzada de serpientes venenosas a territorios donde antes no existían. Un estudio internacional advierte que este fenómeno podría tener graves consecuencias para la biodiversidad y la salud pública en todo el mundo.
A medida que las temperaturas aumentan y los patrones de humedad se alteran, especies de reptiles —particularmente las serpientes venenosas— están abandonando sus hábitats tradicionales en busca de condiciones más favorables. Investigadores de Brasil, Alemania, Costa Rica y España analizaron el comportamiento de 209 especies y concluyeron que para 2070 muchas podrían haber colonizado nuevos territorios, incluyendo partes del Sudeste Asiático, África y Asia Central.
Países como China, Nepal, Myanmar, Nigeria y Namibia encabezan la lista de zonas en riesgo. Las condiciones climáticas emergentes en estos países podrían favorecer la reproducción y supervivencia de especies extremadamente peligrosas, lo que representaría una amenaza directa a poblaciones humanas que no están preparadas para convivir con estos animales.
“Las serpientes son altamente sensibles a los cambios de temperatura y humedad, factores clave para su metabolismo y reproducción. Cuando estas condiciones se ven alteradas, buscan nuevos entornos, muchas veces cerca de asentamientos humanos”, explican los autores del estudio, publicado en The Lancet Planetary Health.
La preocupación no es menor: la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya considera a las mordeduras de serpiente como una emergencia de salud pública desatendida. Cada año, estas mordeduras causan más de 100,000 muertes, y las regiones con sistemas de salud precarios son las más afectadas. La expansión territorial de estos reptiles podría agravar aún más esta crisis.
Los expertos coinciden en que se requiere una respuesta integral que incluya vigilancia epidemiológica, educación comunitaria, y medidas para mejorar el acceso a antivenenos. Asimismo, instan a replantear las prácticas agrícolas en zonas de riesgo y a fortalecer las políticas de adaptación climática.
El fenómeno, aunque aún en curso, es una nueva señal de alerta sobre cómo el cambio climático está reconfigurando la relación entre los humanos y el entorno natural. Hoy, la amenaza no solo viene del calor extremo o las lluvias intensas, sino también del silencioso deslizamiento de un depredador que busca nuevos caminos.