Redacción Marlone Serrano
El cambio climático ya no es una amenaza futura: es una realidad presente que está reconfigurando la vida en Sinaloa. Desde los campos agrícolas del sur hasta las cálidas aguas del Golfo de California, los efectos del calentamiento global se hacen cada vez más evidentes y devastadores.
Árboles como el amapa, antes símbolo del inicio de la primavera, ahora florecen desde noviembre. Las temporadas de reproducción del camarón se han desplazado y los pescadores regresan cada vez más seguido con redes vacías. Mientras tanto, el estiaje se prolonga y el mar se calienta en silencio, alterando los delicados equilibrios marinos que sostienen la pesca, la biodiversidad y la alimentación de miles de familias.
Evidencias científicas y advertencias urgentes
Investigadores del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICML), con sede en Mazatlán, han documentado un alarmante aumento en la temperatura del agua en la bahía: 0.57°C por década desde hace 40 años. Si la tendencia continúa, Sinaloa podría enfrentar un aumento de hasta 7°C hacia el año 2100, con consecuencias irreversibles para sus ecosistemas marinos.
Las especies migratorias, como el dorado, ya comienzan a desplazarse hacia latitudes antes templadas, mientras que otras —incapaces de adaptarse o moverse— simplemente están desapareciendo. Se detectan cada vez más “zonas muertas”, áreas sin oxígeno en el mar, provocadas por el calentamiento y la contaminación.
La amenaza a la vida marina
Las cinco especies de tortuga marina que anidan en las costas sinaloenses también están en riesgo. El aumento de la temperatura de la arena provoca desequilibrios en la proporción de sexos de las crías y, en casos extremos, temperaturas letales que interrumpen el desarrollo embrionario. Raquel Briseño Dueñas, presidenta de la Red de Tortugueros de Sinaloa, ha denunciado también los efectos de las mareas crecientes, que han destruido corrales de protección en los últimos dos años.
Retos y respuestas: entre la ciencia y la política
Expertos como el oceanógrafo Joan Albert Sánchez advierten que la acidificación del mar —producto de la absorción de CO₂— ya afecta la calcificación de moluscos y corales. Frente a este escenario, señalan que es urgente implementar medidas de adaptación y mitigación: proteger humedales, cambiar patrones de pesca y fomentar prácticas agrícolas sostenibles.
En este contexto, las discusiones del panel 9 del Foro “ABC para un México Sustentable”, titulado “Retos e impactos en el manejo de residuos en los municipios y ciudades ante la crisis climática y ambiental actual”, resultan particularmente pertinentes. En él, se analizaron casos de éxito y fracaso en la gestión de la basura en el país, un tema que se cruza directamente con la situación sinaloense: la contaminación marina —producto de residuos sólidos mal gestionados— está acelerando la crisis ecológica en las costas.
Cambio climático, cambio de conciencia
“El cambio climático está alterando los ciclos reproductivos de las especies, disminuyendo el alimento disponible en el mar e impactando toda la cadena alimentaria”, alerta Briseño Dueñas. Por ello, insiste en que la transformación debe ir más allá de la ciencia: es necesaria una conciencia social profunda y una política pública sólida que responda al reto inmediato del calentamiento global.
Sinaloa ya no puede esperar. La evidencia está sobre la arena, el mar y el cielo: el clima ha cambiado, y con él, la vida entera.
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