Redacción: Regina De Quevedo
Investigaciones recientes dieron a conocer datos sobre la importancia de los desplazamientos animales para la regeneración de flora en islas y zonas afectadas por cambios ambientales.

Científicos observaron el nacimiento de un ecosistema desde cero durante más de 60 años en Surtsey, una isla volcánica surgida en 1963 al sur de Islandia. Estudiaron la llegada de 78 especies de plantas vasculares desde 1968 y este hallazgo mostró que el crecimiento de la flora fue gracias a las aves, quienes son el papel principal al transportar en sus cuerpos o excrementos las semillas que comenzaron en el ecosistema vegetal.
Durante décadas, la teoría que predominaba sostenía que las plantas llegaban a islas remotas debido a semillas adaptadas para el transporte a larga distancia, como frutos llamativos o estructuras ligeras enfocadas en flotar o volar. Sin embargo, de acuerdo con un estudio divulgado por Science Daily, la investigación en Surtsey mostró que la mayoría de las especies establecidas se encuentra limitada de esas adaptaciones.
Las gaviotas, gansos y aves costeras trasladan sus semillas mediante desplazamientos migratorios y sus deposiciones, lo que los convierte en “arquitectos biológicos” de la biodiversidad insular. Este proceso va más allá de la creencia de que las características físicas de las semillas lideran la colonización en ambientes extremos. De acuerdo con los autores, la llegada y establecimiento de la vegetación en Surtsey afirma que la interacción entre plantas y animales es necesaria para el desarrollo temprano de los ecosistemas. La investigación muestra que la vida no evoluciona de manera aislada y que el movimiento de las aves facilita la dispersión y adaptación de especies vegetales ante cambios ambientales y en territorios lejanos.

La investigación de Surtsey permite a la biología ser una plataforma de observación única para analizar cómo la vida se abre camino en condiciones difíciles. Longitudes y frecuencias de observación infrecuentes en otros lugares permiten conocer el establecimiento de la flora y fauna, así como el surgimiento y transformación de cadenas tróficas. Pawel Wasowicz, investigador del Instituto de Ciencias Naturales de Islandia, recalcó que solo estudios a largo plazo, como el del archipiélago irlandés, facilitan observar estos procesos que normalmente son invisibles a escala humana.
Los datos de Surtsey invitan a los ecólogos y conservacionistas a priorizar las interacciones biológicas en los modelos predictivos. Este avance recomienda no solo analizar la morfología ni los ciclos vitales, sino contemplar el papel fundamental de los animales que interactúan con ellas a lo largo de sus rutas. Surtsey demuestra que los movimientos y hábitos de grandes aves migratorias puedenav influir en la composición y éxito de los ecosistemas que nacen en la isla, lagos y ambientes en recuperación a nivel mundial.
El caso de Surtsey establece la importancia de las aves en la creación de ecosistemas y brinda nuevos caminos para proteger la biodiversidad y entender la expansión de la vida en el planeta. Surtsey se convierte en una herramienta fundamental para la ciencia ambiental del presente y futuro.
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