El cambio climático está teniendo un impacto devastador en la salud humana, y las olas de calor se están convirtiendo en una amenaza cada vez más seria. En 2023, las temperaturas extremas en Europa fueron responsables de más de 47,000 muertes, según un estudio del instituto ISGlobal de Barcelona, publicado en la revista Nature Medicine. Este alarmante número refleja la gravedad de la situación y la necesidad urgente de adaptarse a un clima cada vez más hostil.
Las olas de calor afectan principalmente a las personas mayores, especialmente a aquellas que tienen más de 80 años, que son particularmente vulnerables a las temperaturas extremas. Estas condiciones pueden desencadenar descompensaciones en su organismo, provocando fallos que pueden ser fatales. De hecho, los datos revelan que los mayores de 80 años tienen un riesgo ocho veces mayor de morir a causa del calor que las personas de entre 65 y 79 años.
Las muertes asociadas al calor no suelen ocurrir de manera inmediata. En muchos casos, son el resultado de la acumulación de días de altas temperaturas, que agravan condiciones preexistentes como trastornos metabólicos, insuficiencia renal y problemas cardíacos. Además, la interacción entre el calor y los medicamentos que toman los ancianos puede aumentar significativamente el riesgo de muerte.
A pesar del trágico número de muertes, el estudio también revela que la vulnerabilidad al calor ha disminuido en Europa en las últimas décadas. Esto se debe a varios factores, como la mejora en la planificación urbana, la creación de sistemas de alerta, el aumento de espacios verdes y el mejor aislamiento de edificios, que han ayudado a mitigar los efectos de las olas de calor.
Además, la población ha desarrollado comportamientos más adaptativos, como evitar la exposición al sol durante las horas más calurosas y mantenerse hidratados. Estas medidas han reducido la mortalidad por calor en un 80% en comparación con los niveles de principios de este siglo.
Sin embargo, a pesar de estos avances, el número de muertes sigue siendo alarmantemente alto, lo que subraya la necesidad de continuar mejorando las infraestructuras y las políticas de salud pública para proteger a las poblaciones más vulnerables.
El verano de 2023 fue el segundo más caluroso registrado en Europa, solo superado por el de 2022. Esto sugiere que las olas de calor serán cada vez más frecuentes e intensas, lo que podría aumentar aún más la mortalidad si no se toman medidas adicionales para adaptarse a este nuevo clima.
En España, más de 8,300 personas murieron a causa del calor en 2023, lo que coloca al país entre los más afectados de Europa, junto con Grecia, Bulgaria e Italia. Estos países presentan una alta carga de mortalidad relativa debido a su geografía y a sus patrones climáticos, que los hacen especialmente vulnerables a las olas de calor.
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