Inundaciones, olas de calor, superincendios, sequías, tormentas… Son los efectos más conocidos y frecuentes del cambio climático. Pero hay más. Un grupo de científicos británicos ha descubierto que el deshielo del permafrost (capa del suelo que ha permanecido congelada ininterrumpidamente durante al menos dos años) amenaza con liberar toneladas de radón, un gas radiactivo natural, invisible, inodoro y cancerígeno, conocido como ‘el asesino silencioso’.
“El radón es un gas radiactivo natural que provoca aproximadamente una de cada diez muertes por cáncer de pulmón, con tasas de mortalidad sustancialmente más altas en las comunidades subárticas”, comienza el informe elaborado por los investigadores.
Destacan que la emisión de radón se reduce significativamente gracias al permafrost, pues evita que salga a la superficie. “Pero el permafrost se está descongelando ahora debido al cambio climático”, alertan. En el estudio se ha analizado la filtración de radón a través del suelo, el permafrost y modelos de edificios con sótanos o construidos sobre pilotes.
La investigación concluye que el permafrost actúa como una “barrera efectiva” contra el radón, reduciendo la exposición a la radiación a una décima parte del nivel de fondo habitual, que mientras, por el contrario, se registra un aumento de doce veces en la actividad del radón detrás de esa barrera.
“Cuando modelamos el deshielo de la barrera de permafrost, no encontramos un aumento del radón sobre el habitual para los edificios (construidos) sobre pilotes». detallan los autores.
Sin embargo, en edificios con sótanos de hormigón la presencia de gas radón puede aumentar durante entre cuatro y siete años hasta más de cien veces por encima del valor que muchas naciones usan como umbral de acción, 200 becquerel por metro cúbico (Bq/m3), que muchas naciones usan como umbral de acción”. No obstante, la incidencia depende de la profundidad del permafrost y de la velocidad de descongelación.
Niveles peligrosos para la salud
Las radiaciones de radón permanecen por encima del umbral habitual para todos los escenarios en los que se produce una descongelación del 40% en 15 años. “Esta nueva información sugiere que la población subártica significativa podría estar expuesta a niveles de radón peligrosos para la salud como resultado del deshielo del permafrost por el cambio climático”, indican los científicos.
El profesor Paul Glover, autor principal del estudio, publicado en la revista ‘Earth Future’, incide en que el permafrost ha actuado históricamente como una “barrera protectora”, impidiendo que el radón “viaje a la superficie y entre en los edificios”. Y el efecto barrera funciona independientemente de si el permafrost comienza cerca de la superficie o a profundidades de hasta 15 metros.
Insiste por ello en la necesidad de mantener intacta la capa de permafrost; por un lado, porque limita el calentamiento global, y por otro, porque tiene “implicaciones significativas para la provisión de salud, los códigos de construcción y los consejos de ventilación”.
El radón es la segunda causa más importante de cáncer de pulmón después del tabaquismo: provoca aproximadamente una de cada diez muertes por cáncer de pulmón. Afecta mucho más a los fumadores: el tabaco exacerba las tasas de cáncer de pulmón adquirido por radón unas 26 veces. Y provoca tasas de mortalidad más altas en las comunidades subárticas, donde fumar es hasta 4,4 veces más frecuente que en el resto del planeta.
“En consecuencia, un escape inesperado de radón podría representar un peligro para la salud si no se planifica”, alerta Glover. “El radón puede atravesar el permafrost y generar una columna de gas radiactivo dentro de los edificios que tardaría varios años en alcanzar su punto máximo y muchos más en disiparse”.
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