Redacción: MaJo Gutiérrez
La Ciudad de México opera apenas al 37% de su capacidad de agua potable, un problema agravado por la falta de lluvia en el Cutzamala y una red de distribución obsoleta que pierde cerca del 40% del flujo en fugas. La crisis ha forzado tandeos y cortes continuos en alcaldías, elevando los costos de vida y dañando la economía.

La Ciudad de México enfrenta una de las mayores crisis hídricas de su historia, un problema multifactorial que ha llevado a la urbe a operar con apenas el 37% de su capacidad normal de agua potable limpia. Esta escasez no es solo resultado de las sequías y la baja operatividad del Sistema Cutzamala (que trabaja al 51% de su capacidad), sino de fallas estructurales crónicas: se estima que hasta el 40% del agua se pierde en fugas debido a tuberías obsoletas, un rezago infraestructural que se suma a la sobreexplotación de acuíferos que, literalmente, está hundiendo la capital.El impacto social y económico de esta crisis se manifiesta de manera dramática en el día a día de millones de ciudadanos. Alcaldías como Iztapalapa y Tlalpan sufren tandeos y cortes continuos que pueden extenderse por más de cinco días o incluso un mes, dificultando actividades cotidianas. La situación ha afectado gravemente a las escuelas públicas, donde la falta de agua ha obligado a suspender clases, y a las familias a realizar gastos onerosos, como la compra de pipas privadas por cerca de $\text{\$1,800.00 pesos}$ ($100 \text{ dólares}$), impactando negativamente la economía local.Un factor crucial en esta emergencia es la falta de conciencia sobre la vulnerabilidad del recurso. A lo largo de los años, el agua en la CDMX ha sido vista como un “privilegio principal y común”, llevando a hábitos de consumo ineficientes y a la creencia de que “no hay consecuencias”. Expertos alertan que, si no se adoptan nuevas estrategias, México podría sumarse a casos críticos como el de Sudáfrica en 2018, donde la población entró en pánico ante la posibilidad real de quedarse sin agua.Ante este escenario, se requiere un esfuerzo coordinado y una profunda inversión. El gobierno ha implementado medidas como la línea $\text{*426}$ para reportar fugas y se han explorado proyectos de rehabilitación de pozos. Sin embargo, la solución de largo plazo exige la participación ciudadana activa, priorizando el ahorro y la sostenibilidad (agricultura verde, arquitectura ecológica, $\text{7R}$). Además de la intención y preocupación ciudadana, se requiere inversión en tecnologías como la cosecha de agua de lluvia y la exploración de innovaciones como la lluvia artificial, buscando asegurar que la CDMX no se quede sin su recurso más vital en la próxima década.
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