Redacción: Inés Arroyo
El maíz nativo, conocido también como criollo, es considerado una de las mejores alternativas para la recuperación del campo poblano, severamente impactado por el cambio climático, las sequías y la pérdida de suelo fértil. Este cultivo ancestral, que lleva más de 10 mil años en México, resalta como una opción natural y sostenible frente a los retos actuales que enfrentan los agricultores.
El cambio climático ha alterado los ciclos de lluvia, lo que ha generado temperaturas extremas que afectan la producción agrícola en la región. Además, la expansión urbana ha reducido las tierras cultivables, complicando aún más la situación. En este contexto, el maíz criollo se presenta como una solución eficaz para mantener la productividad del campo poblano.
Abel Gil Muñoz, investigador del Colegio de Postgraduados (Colpos), Campus Puebla, explica que, aunque las semillas híbridas o mejoradas han ganado popularidad, el maíz nativo sigue siendo la opción más adecuada para la región. Según Gil Muñoz, el maíz criollo no solo permite la autonomía alimentaria, sino que también favorece la sostenibilidad a largo plazo de la producción agrícola.
El maíz nativo tiene la capacidad de adaptarse a diferentes condiciones climáticas, lo que lo hace ideal frente a las adversidades del clima. Además, su cultivo requiere menos insumos químicos que las semillas mejoradas, lo que lo convierte en una opción ecológica y resistente. Las diversas variedades de maíz criollo también ofrecen mayor resistencia a plagas y enfermedades, factores que lo hacen más adecuado para enfrentar los efectos del cambio climático.
Puebla es uno de los estados con una rica tradición en la producción de maíz, con diversas razas criollas que han sido cultivadas durante generaciones. El resurgimiento de este cultivo no solo es una medida ecológica, sino también un acto de conservación cultural.
En un panorama agrícola complicado, el maíz nativo representa una esperanza para miles de agricultores en Puebla. Recuperar estas prácticas agrícolas tradicionales podría ser la clave para enfrentar los efectos del cambio climático y garantizar la seguridad alimentaria a largo plazo.
El maíz nativo, entonces, no solo es vital para el campo poblano, sino también un modelo a seguir para otras regiones del país que buscan recuperar la resiliencia agrícola frente a las amenazas medioambientales.