Redacción: Regina De Quevedo

El Mar Mediterráneo, con el fin de impulsar el crecimiento de la “economía azul” y erradicar el cambio climático, está viendo cómo diversos círculos políticos, económicos y académicos promueven proyectos industriales que amenazan hábitats marinos de alto valor ecológico, cultural y socioeconómico. La Costa Brava es un caso ejemplar de esta situación; un reciente estudio ha alertado que esta zona enfrenta una nueva ola de industrialización con graves impactos ambientales y socioeconómicos. Esta problemática no solo involucra a especies y hábitats, sino que también pone en riesgo valores intangibles e identitarios relacionados con el paisaje, el patrimonio cultural y la apreciación estética y emocional del entorno marino, así como la capacidad de los ecosistemas para hacer frente al cambio climático.
La Costa Brava es un caso ejemplar; un reciente estudio alertó que esta zona está enfrentando una nueva ola de industrialización con graves impactos ambientales y socioeconómicos. Esta situación no solo involucra a especies y hábitats, sino que también pone en riesgo valores intangibles e identitarios relacionados con el paisaje, el patrimonio cultural y la apreciación estética y emocional del entorno marino, así como la capacidad de los ecosistemas para hacer frente al cambio climático.
Los mares y océanos se encuentran en una nueva fase de industrialización, la cual se encuentra impulsada por sectores económicos en crecimiento como la náutica recreativa, los cruceros, la eólica marina, los gaseoductos, la desalación, la minería submarina o la acuicultura. El mar Mediterráneo es un ejemplo evidente de esta “aceleración azul”, una carrera entre diversos intereses económicos que compite por comida, energía, agua, minerales y espacio.
Por lo tanto, las áreas marinas protegidas (AMP) son elementos clave de la Estrategia de la Biodiversidad de la UE, que pretende proteger el 30% de los mares europeos en 2030, un 10% bajo protección rigurosa. Además de cuidar especies y hábitats, las AMP aseguran el mantenimiento de los servicios ecosistémicos y los paisajes marinos, a través de valores culturales y estéticos que son necesarios para el bienestar y la integración social de las comunidades costeras. De igual manera, las AMP fortalecen el papel de la naturaleza en la mitigación del cambio climático a distintas escalas.
De acuerdo con un estudio que ellos realizaron, la Costa Brava cuenta con el 44% de sus aguas territoriales protegidas, a las cuales se les suman otras áreas importantes de valor para la biodiversidad, como las Áreas Importantes para la Conservación de las Aves y la Biodiversidad (IBA), los Mamíferos Marinos (IMMA), los Tiburones y Rayas (ISRA), la Biodiversidad (KBA) y las Zonas Especialmente Protegidas de Importancia para el Mediterráneo (ZEPI) que cubren el 77% del área.
Sin embargo, la pesca y la acuicultura, la náutica de recreo, los proyectos energéticos y los cruceros cuentan con presiones elevadas dentro y alrededor de los espacios protegidos de la Red Natura 2000. Por lo que, la pesca profesional ha reducido su actividad del 2000 al 2023, la náutica recreativa, los cruceros internacionales, las plantas desalinizadoras, los parques eólicos marinos y los gaseoductos submarinos han aumentado su participación en este periodo y se espera que aumente aún más en el futuro, lo que intensificará la presión industrial sobre la biodiversidad y la calidad paisajística.
La salud de las áreas marinas protegidas de la Costa Brava puede verse perjudicada por las presiones acumuladas de las actividades industriales, ya que podría lograrse la pérdida de la biodiversidad, la degradación del fondo marino, la presencia de especies invasoras o la contaminación, lo que no permitirá una preservación del estado medioambiental. De igual manera, se pueden generar impactos sociales y culturales significativos sobre las comunidades costeras que quedan excluidas de los procesos de toma de decisiones que afectan a sus territorios. Estas comunidades han sido las guardianas de los ecosistemas marinos y se ha usado un conocimiento ancestral para mantener una relación socioecológica con el entorno para la preservación y uso sostenible de los recursos.
La ecología política nos recuerda que este tipo de decisiones nunca son neutras, sino que demuestran los conflictos de poder. En este caso, “la economía azul” puede ser más una frase que una solución, con un discurso amable que, valida proyectos industriales en el mar, repartiendo de manera desigual los riesgos y beneficios sin mantener el propósito de cuidar la integridad ecológica del sistema.
Grandes empresas obtienen beneficios, mientras que comunidades locales deben soportar los impactos en sus paisajes, estilos de vida e identidad cultural. Todo esto también repercute, y no solo en la economía local, sino también en el bienestar y la salud de las comunidades en las costas que dependen de estos servicios y recursos del mar.
Se distinguen tres visiones del paisaje marino:
- El industrializado: controlado por ciudades, pesca intensiva, turismo de masas e infraestructuras energéticas.
- El conservado: donde predominan las AMP.
- Intermedio de coexistencia: entre la conservación y las actividades humanas, es el que representa hoy a la Costa Brava.
Sin medidas restrictivas eficaces, las consecuencias podrían ser definitivas para la biodiversidad, la identidad cultural y los valores estéticos del territorito; el objetivo final es el manejo adecuado del medio marino de acuerdo con normativas actuales, lo que llevaría a tener un paisaje plenamente industrializado.
Es importante prohibir el desarrollo de nuevas actividades industriales dentro de áreas marinas que se encuentran protegidas y restringidas en zonas críticas para la biodiversidad marina (como las IMMA, ISRA, IBA, KBA y ZEPIM). Esta preocupación debería extenderse a zonas cercanas, al menos en un área de 10 kilómetros alrededor de estos espacios; de esta manera, las actividades marítimas podrán ser realmente sostenibles con los estilos de vida e identidad de las comunidades costeras y la economía azul podrá ser amigable con el medio ambiente y no se transformaría en una “economía gris”, un modelo extractivo que deteriora la base ecológica, socioeconómica y cultural del Mediterráneo.
¿Te gustó nuestra nota? ¡Contáctanos y deja tu comentario! AQUÍ
Conoce nuestra red ANCOP Network AQUÍ