La Antártida, un continente remoto y complejo, está experimentando un fenómeno alarmante mientras el hemisferio norte se enfrenta a una ola de calor sin precedentes. En pleno invierno, el hielo marino antártico ha alcanzado niveles históricamente bajos para esta época del año, dejando perplejos a los científicos que intentan comprender su comportamiento.
El hielo marino, que generalmente se recupera durante el invierno, no ha vuelto a los niveles esperados este año. De hecho, se encuentra aproximadamente 1,6 millones de kilómetros cuadrados por debajo del récord anterior establecido en 2022. El área perdida equivale al tamaño de Argentina o las áreas combinadas de varios estados estadounidenses.
Los expertos lo describen como un cambio excepcional fuera de lo común, algo que podría suceder solo una vez en millones de años. Sin embargo, los científicos advierten que el juego ha cambiado y el sistema antártico está respondiendo de manera drástica al cambio climático.
A lo largo de las últimas décadas, el hielo marino en la Antártida ha oscilado entre máximos y mínimos históricos, lo que dificulta la comprensión de su comportamiento frente al calentamiento global. Sin embargo, desde 2016, ha mostrado una tendencia a la baja preocupante.
Varios factores contribuyen a la pérdida de hielo marino, incluidos los vientos del oeste alrededor de la Antártida, vinculados al aumento de la contaminación que calienta el planeta, y las temperaturas oceánicas más cálidas al norte del límite del océano Antártico. Estos cambios podrían tener efectos devastadores en la vida silvestre, como ballenas, pingüinos y focas, que dependen del hielo marino para alimentarse y descansar.
El derretimiento del hielo marino también afecta a las capas de hielo costeras y glaciares, volviéndolos más vulnerables al derretimiento y desprendimiento, lo que, a su vez, puede contribuir al aumento del nivel del mar. Además, la desaparición del hielo marino afecta la regulación de la temperatura del planeta, lo que podría tener efectos en cascada a nivel global.
Este invierno sin precedentes en la Antártida podría señalar un cambio a largo plazo para el continente aislado, según algunos científicos, y plantea inquietudes sobre el futuro de esta vasta región y su impacto en el clima mundial.
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