Este cuento de hadas surge aparentemente con el fusilamiento de Maximiliano (19 de abril de 1867) y su supuesta aparición en El Salvador en 1871. Tras acceder a la presidencia, Benito Juárez hizo la nacionalización de los bienes eclesiásticos y decidió suspender los pagos de la deuda externa por dos años debido a la terrible situación financiera mexicana, desencadenando por este hecho la intervención de los países más afectados: España, Francia y Gran Bretaña.
El Papa Pío IX apoyó esta invasión por no estar de acuerdo con el reformismo anticlerical de Benito Juárez, que atentaba contra los privilegios de la iglesia en ese país. Napoleón III, con el apoyo de un grupo de mexicanos conservadores, aprovechó la situación en que se encontraba México para imponer una monarquía.
Napoleón consideró que Maximiliano era el candidato idóneo para ocupar el trono de México por su carácter bien intencionado y maleable. Maximiliano aceptó la corona imperial de México y en abril de 1864 llegó a la capital mexicana en compañía de su esposa Carlota Amalia.
Durante el efímero tiempo que estuvieron Maximiliano y Carlota (que fue de 1864 a 1865), siempre trataron de mejorar la forma de vida de los indígenas y campesinos pobres. Obras suyas son El Paseo de la Reforma y El Alcázar del Castillo de Chapultepec. Sus ideas liberales lo llevaron a poner en marcha algunas medidas a las propuestas por Benito Juárez en las Leyes de Reforma. Lo que tuvo como consecuencia el gran malestar de las autoridades eclesiásticas y de los grupos conservadores. Fue incapaz de sostenerse en el poder debido a que Napoleón decide no apoyar más y retira el mermado ejército que permanecía en México, así como también pierde el apoyo por parte de los conservadores mexicanos. Se rindió en Querétaro al General Mariano Escobedo y fue capturado y fusilado en el Cerro de las Campanas junto con los conservadores Miguel Miramón y Tomás Mejía el 19 de junio de 1867.
Hace algunos años, un arquitecto salvadoreño sacó la historia de que Maximiliano no había sido fusilado, sino que había sido perdonado por Juárez (por ser ambos masones) y en secreto le había dado un salvoconducto para que se fuera a El Salvador, donde sería acogido por otros masones y cambiaría su nombre por Justo Armas, y donde nunca revelaría su verdadera identidad.
El personaje Justo Armas siempre iba elegantemente vestido, era muy culto, hablaba varios idiomas, una persona extremadamente fina y elegante. Servía excelentes banquetes en platos de porcelana Sévres con cubiertos y candelabros de plata. También participaba como asesor de políticos y amistades. Murió a la edad de 104 años en El Salvador, donde se dice que está enterrado. Según las investigaciones de este arquitecto y el gran parecido con Maximiliano asegura que son la misma persona.
Profa. Mayra Nuñez P
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