Redacción: Inés Arroyo
Los animales cumplen un rol esencial en el equilibrio de los ecosistemas y la conservación del medio ambiente. Muchas especies ayudan a controlar plagas, mantener la calidad del agua y regular poblaciones, funciones clave para la estabilidad del planeta.
Las ranas, por ejemplo, son indicadores de la salud ambiental. Se alimentan de insectos y algas, lo que ayuda a mantener limpios los cuerpos de agua y a controlar plagas. Sin embargo, su población ha disminuido debido a la contaminación y la destrucción de su hábitat.
En los hogares, los ciempiés domésticos contribuyen al control natural de insectos como cucarachas y arañas, reduciendo la necesidad de pesticidas químicos que dañan el medio ambiente.
Los castores impactan positivamente en la regulación de sequías e inundaciones. Sus presas crean hábitats beneficiosos para otras especies y mejoran la calidad del agua. En los océanos, las nutrias protegen los bosques de algas al controlar la población de erizos de mar, evitando su proliferación descontrolada.
Los murciélagos son aliados en la agricultura y la salud pública. Se alimentan de insectos como los mosquitos, lo que ayuda a reducir enfermedades y la dependencia de pesticidas. De manera similar, los tiburones regulan las poblaciones marinas, evitando el desequilibrio en los ecosistemas acuáticos.
A pesar de su importancia, muchas de estas especies están en riesgo por la caza, la contaminación y la destrucción de sus hábitats. Proteger sus entornos, reducir el uso de pesticidas y promover prácticas sostenibles son acciones clave para garantizar su supervivencia y la estabilidad del planeta.
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