Empezaremos con una simple pregunta, en el ámbito laboral, estimado lector, ¿imaginas la fuerza y el poder que tienen las emociones? La respuesta puede ser muy basta.
Hace poco tuve la oportunidad de asistir a un taller especializado en el tema y me sorprendí de cuan amplio e interesante puede ser esto, desde el significado que puede escalar el sentido de pertenencia en términos de productividad.
Pero, volvamos al principio.
¿Las empresas, instituciones o sindicatos qué buscan de los empleados?
Que sepan escuchar y comunicarse, adaptabilidad y respuestas creativas ante los obstáculos y reveses, que tengan por supuesto dominio personal, confianza en uno mismo, así como la motivación para trabajar en pos de un objetivo.
Pero, además, el deseo para desarrollarse y enorgullecerse de lo alcanzado. Así también efectividad grupal e interpersonal, espíritu de colaboración y de equipo, habilidad para negociar desacuerdos, y el ánimo de contribuir siguiendo patrones de liderazgo.
El peso de las emociones es fundamental, pero poco reflexionado en lo que vale.
En palabras del consultor Uriel Virgilio García, las empresas como las instituciones de gobierno por lo general invierten en programas de capacitación con un modelo académico en dónde se busca que el empleado mejore solo sus destrezas en su área laboral, lo que ha sido un grave error que lleva a malgastar dinero y tiempo sin resultados tangibles.
De acuerdo con el especialista de la firma Ekoono, lo que se necesita ahora es realizar una manera totalmente nueva de pensar en lo que hace falta para ayudar a la gente en cultivar su inteligencia emocional.
Afirma que a medida que las organizaciones reducen su personal por situaciones económicas adversas, las personas que se quedan cargan con una mayor responsabilidad y son más visibles en su desempeño.
Por eso, dijo, si un empleado podía disimular su temperamento, poca habilidad o poco conocimiento, ante esta situación, se ven expuestos y con ello se presentan un sin número de problemas, por lo que es de suma importancia que ante estas situaciones más que nunca se fortalezcan aptitudes mejorar a las organizaciones desde el interior.
El también productor de televisión cada vez se hace más necesario el control de las emociones, el manejar bien los enfrentamientos, el trabajo en equipo, la flexibilidad, iniciativa, optimismo, la adaptación al cambio y el liderazgo.
El manejo de las emociones y el entendimiento de ellas dentro de las instituciones genera un alto índice de eficiencia en el personal, porque no atiendes los síntomas, sino las causas del por qué el empleado actúa o hace las cosas como las hace y prevé las consecuencias de ello.
Para tal sugiere ir atendiéndolas con herramientas que generan mejores aptitudes en el empleado como: cursos de manejo de emociones, cursos de comunicación, de superación personal, programas educativos enfocados a la familia, programas de atención psicológica, programas de empleo para familiares, programas educativos, etc.
Y con ello se combate el bajo rendimiento, poca atención, procrastinarían, ambiente laboral tóxico, impuntualidad, ignorancia, delincuencia, etc.
Se ha demostrado que la gente que mejora cada vez más la aptitud del nivel de inteligencia emocional, y a medida que adquiere destreza para manejar sus propias emociones e impulsos, se motiva y afina su habilidad empática y social, obtiene madurez en su desarrollo y crecimiento personal.
Uriel Virgilio García señala que la inteligencia emocional determina nuestro potencial para aprender las habilidades prácticas que se basan en sus cinco elementos: conocimiento de uno mismo, motivación, autorregulación, empatía y destreza para las relaciones. La actitud emocional muestra qué proporción de ese potencial hemos traducido a las facultades que aplicamos en el trabajo.
La gente comienza a comprender que para alcanzar el éxito no basta la excelencia intelectual y la capacidad técnica, necesitamos otro tipo de habilidades solo para sobrevivir y mucho más para prosperar. Una actitud emocional es una capacidad aprendida basada en la inteligencia emocional que origina un desempeño laboral sobresaliente.
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