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El precio del progreso: la fiebre del litio en Argentina ha tenido devastadores efectos ambientales

El precio del progreso: la fiebre del litio en Argentina ha tenido devastadores efectos ambientales

Argentina, junto con Chile y Bolivia, forma parte del denominado «triángulo del litio», una región que alberga más de la mitad de las reservas mundiales de este mineral estratégico. El litio es esencial para la transición energética global, ya que es un componente clave en las baterías de vehículos eléctricos y otros dispositivos electrónicos. En 2023, Argentina se consolidó como el cuarto productor mundial de litio, después de Australia, Chile y China, lo que ha generado un auge económico significativo en ciertas regiones del país.

En lugares como Susques, un pequeño pueblo en la provincia de Jujuy, la extracción de litio ha transformado la vida de sus habitantes. Jóvenes como Anahí Jorge, que trabaja en una empresa minera, ahora ganan sueldos mucho más altos que los que podrían obtener en otros empleos locales. Sin embargo, esta bonanza económica tiene un costo: la explotación del litio requiere grandes cantidades de agua, un recurso escaso en la región, lo que ha generado preocupación entre los pobladores.

El proceso de extracción de litio en los salares consume entre 1 y 2 millones de litros de agua de salmuera por cada tonelada de litio producido. Además, se necesitan alrededor de 140,000 litros de agua dulce para purificar el mineral. Este uso intensivo de agua ha llevado a la desertificación de áreas cercanas a las minas, afectando gravemente a las comunidades locales que dependen del agua para sus actividades agrícolas y ganaderas.

Natividad Bautista Sarapura, una campesina de 59 años que vive cerca de una de las minas, ha visto cómo el agua se ha vuelto cada vez más escasa en su región. Antes, el agua podía encontrarse a pocos metros bajo tierra, pero ahora hay que perforar mucho más profundo para obtenerla. Esta escasez de agua ha generado tensiones dentro de las comunidades, dividiendo a quienes se benefician de los empleos en la minería y a quienes sufren las consecuencias ambientales.

La explotación del litio no solo ha generado impactos ambientales, sino que también ha provocado conflictos sociales en las comunidades afectadas. Según Melisa Argento, politóloga especializada en temas ambientales, la actividad minera ha creado divisiones tanto entre diferentes comunidades como dentro de ellas mismas. Aquellos que logran acceder a trabajos en las minas a menudo se enfrentan a quienes no tienen esa oportunidad, lo que agrava las tensiones locales.

Además, el precio del litio en el mercado internacional ha mostrado una alta volatilidad. En 2022, la tonelada de litio alcanzó casi los 70,000 dólares, pero en 2024, su valor cayó a poco más de 12,000 dólares. Esta fluctuación ha llevado a la suspensión de trabajadores y ha dejado a las comunidades locales en una situación económica inestable, dependiente de los caprichos del mercado global.

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