Redacción: Inés Arroyo
Con la llegada de Donald Trump a su segundo mandato presidencial, Estados Unidos se enfrenta a un escenario global marcado por el cambio climático. El año 2024 fue el más cálido registrado, con un aumento de 1.5 °C en comparación con los niveles preindustriales, según el Servicio de Cambio Climático Copernicus (C3S). En este contexto, la postura de Trump sobre el cambio climático podría frenar los avances hacia soluciones sostenibles.
Trump ha sido un crítico abierto del cambio climático. Durante su primer mandato, adoptó una postura que prioriza los intereses económicos sobre los acuerdos internacionales. Un ejemplo clave de esto es su salida del Acuerdo de París, un pacto global destinado a limitar el aumento de las temperaturas. Además, ha descalificado las energías renovables, como la energía eólica, a la que ha calificado de “desastre”, y ha mostrado intenciones de frenar proyectos de energía solar y eólica.
El enfoque de Trump ya ha tenido repercusiones en el sector financiero. Grandes bancos como JP Morgan y Goldman Sachs han abandonado iniciativas relacionadas con la sostenibilidad, como la Alianza Bancaria Cero Emisiones (NZBA). A esto se suma la salida de BlackRock del Net Zero Asset Managers (NZAM) y la retirada de la Reserva Federal de la Red de Bancos Centrales para la Ecologización del Sistema Financiero (NGFS). Estos movimientos reflejan la influencia de la postura de Trump en las decisiones financieras.
A pesar de sus críticas a las energías renovables, Trump no rechaza completamente estas fuentes de energía. Su gabinete energético, encabezado por Chris Wright, ha expresado apoyo tanto a los combustibles fósiles como a las energías renovables. Wright, por ejemplo, es inversor en una empresa geotérmica y apoya la diversificación energética. Por otro lado, Doug Burgum, secretario del Interior, ha respaldado la energía eólica, aunque ha señalado problemas de intermitencia en las energías renovables.
A pesar de las políticas del gobierno de Trump, el mercado de energías renovables sigue creciendo. Las energías solar y eólica se vuelven cada vez más competitivas frente a los combustibles fósiles. Además, algunos estados, como California y Nueva York, continúan con iniciativas climáticas que pueden contrarrestar las políticas federales.
El regreso de Trump también tendrá implicaciones para México. En el ámbito energético, México deberá continuar con su transición hacia fuentes más limpias y fortalecer su compromiso con la lucha contra el cambio climático. Esto es especialmente relevante debido a la relación energética entre ambos países, que podría verse afectada por las políticas de Trump.
El regreso de Trump podría suponer un retroceso en los esfuerzos para combatir el cambio climático. Sin embargo, las fuerzas del mercado y la presión internacional seguirán impulsando el crecimiento de las energías renovables. Tanto Estados Unidos como México deberán adaptarse a los nuevos desafíos climáticos del siglo XXI.
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