Redacción: Amairany Ramírez
Desde las orillas del río Marañón, en el corazón de la Amazonía peruana, un grupo de mujeres indígenas del pueblo Kukama Kukamiria cambió la historia. Lideradas por Mari Luz Canaquiri, consiguieron que la justicia peruana reconociera a su río como un ser con derechos propios, una decisión sin precedentes en el país que da voz legal a la naturaleza y refuerza la lucha de las comunidades afectadas por décadas de contaminación petrolera.
En marzo de 2024, un juzgado peruano reconoció al río Marañón como sujeto de derechos, estableciendo que debe fluir libremente y mantenerse libre de contaminación. Más adelante, un tribunal de segunda instancia confirmó la sentencia y designó a las comunidades indígenas como sus guardianas legales.

Por este logro, Canaquiri ha sido reconocida con el Premio Goldman, considerado el “Nobel verde”, que cada año distingue a líderes ambientales de todo el mundo. La ceremonia se celebró esta semana en San Francisco, Estados Unidos.
Para Mari Luz y su pueblo, el Marañón no es solo un cuerpo de agua. Es una entidad sagrada, una fuente de vida espiritual y material. “Nos da pescado, agua, salud, economía. Sin él, no somos nada”, afirmó durante una entrevista desde la ceremonia del premio.
Según las creencias Kukama, el río tiene espíritu. En su cosmovisión, la madre del agua es una boa gigante que cuida y protege la vida de la Amazonía. Pero esa vida ha estado en peligro durante más de cinco décadas por los derrames de petróleo provenientes del Oleoducto Norperuano, operado por la empresa estatal Petroperú.
Las cifras son alarmantes: entre 2000 y 2019, hubo 474 derrames de crudo en la Amazonía peruana, y el 65% fueron causados por corrosión de tuberías y fallas de infraestructura, según la Coordinadora de Derechos Humanos de Perú.
El impacto ha sido devastador: peces contaminados, agua con metales pesados, y graves consecuencias para la salud. Un estudio internacional reveló que las comunidades indígenas expuestas al petróleo presentan niveles preocupantes de mercurio, plomo, arsénico y cadmio en sangre y orina, elementos asociados con enfermedades graves, incluso cáncer.
A pesar de las condiciones adversas y del machismo que durante años les negó voz, las mujeres Kukama comenzaron a organizarse desde el año 2000. Fundaron la Federación Huaynakana Kamatahuara Kana, que significa “mujeres trabajadoras”, y con el tiempo se convirtieron en una fuerza clave para exigir respeto a sus derechos y a su territorio.

Fue esa organización la que presentó la demanda que cambió la historia. Respaldadas por organizaciones como el Instituto de Defensa Legal de Perú, International Rivers y el Earth Law Center, las mujeres llevaron su lucha a los tribunales. Exigieron que se respetara su derecho a vivir en un ambiente sano y que se protegiera el río como fuente de vida.
El premio Goldman no solo celebra el logro legal. Reconoce una historia de resistencia, de mujeres que empezaron siendo silenciadas en sus comunidades y hoy lideran una batalla global por los derechos de la naturaleza.
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